La Vanguardia

Definición de un gran equipo

- Àlex Delmàs

El Barça femenino está a un solo paso de completar un año para enmarcar. El Chelsea será el último escollo para alcanzar el sueño europeo de la Champions en Göteborg. Un sueño que es un reto para un equipo que ya lo intentó en el 2019. Pero esta vez la historia es diferente, muy diferente. Hace dos años, la final ya era un premio de por sí. En cambio, ahora el Barça es mucho más equipo que entonces. Aquí siguen tres puntos que definen futbolísti­camente a este Barça.

4-3-3, POSICIÓN Y TRIÁNGULOS: Lo primero que desprende el equipo de Lluís Cortés es una alta devoción por el juego de posición. El 4-3-3 es el dibujo invariable del Barça femenino en todos los partidos. Siempre juega así y también así lo hará en esta final de la Champions. Nunca se adapta al rival y precisamen­te por esto todos los mecanismos están muy interioriz­ados. Además, y siempre partiendo de esta estructura, las jugadoras se posicionan para promover triángulos constantes y facilitar las líneas de pase. El equipo llega a este envite promediand­o un 55% de posesión en Europa. Un porcentaje elevado teniendo en cuenta la entidad de los adversario­s con los que se ha cruzado.

PRESIÓN Y ATAQUE COLECTIVO: Una vez asegurada una alta cuota de balón, el Barça tiene un objetivo por encima del resto: jugar en campo rival el mayor tiempo posible. Y para ello utiliza una fórmula que acostumbra a funcionar: dinamismo para atacar y compromiso en la presión. Dicho de otra manera, todas sacan sus cualidades con balón y todas corren sin él. En lo ofensivo, son tan dinámicas y talentosas que son muy difíciles de parar. En la Liga

Iberdrola acumulan 128 goles en tan solo 26 partidos (a una espectacul­ar media de 4,92 por partido) y en la Champions son también el equipo más goleador con 24 goles en ocho encuentros. Cuando pierden el balón no dudan ni un instante en lanzar una presión alta y coordinada para recobrarlo de nuevo lo antes posible. Una presión que limita a las jugadoras adversaria­s a través de emparejami­entos individual­es ya desde la primera línea. El primer gol de Lieke Martens en la vuelta de las semifinale­s ante el PSG nace precisamen­te de una recuperaci­ón de balón derivada de un esfuerzo colectivo.

CRECIMIENT­O INDIVIDUAL Y COLECTIVO: Pero una evolución tan abrumadora hubiera sido imposible de conseguir sin el trabajo diario de Lluís Cortés (y de su equipo técnico) y sin el desarrollo diario de las jugadoras. Buena prueba de ello es que, esta vez, el Barça ha alcanzado la final llegando por la parte más difícil del cuadro. Porque la plantilla es prácticame­nte la misma que en el 2019 pero todas ellas son mejores. Futbolista­s como Sandra Paños, Mapi León, Alexia Putellas o Jennifer Hermoso han consolidad­o su liderazgo con experienci­a. Porque otras como Mariona Caldentey, Patri Guijarro, Vicky Losada o Asisat Oshoala han tenido la capacidad para ayudar siempre al conjunto a pesar de no ser siempre titulares y porque piezas diferencia­les como Martens o Graham Hansen han marcado diferencia­s en momentos concretos. Subrayar la aportación diferencia­l de esta última, ya que probableme­nte, a día de hoy, es la futbolista más desequilib­rante del continente.

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MARTIN MEISSNER / AP Máxima tensión El Barça entrenó ayer en el estadio Ullevi, sede de la final de la Champions
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