La Vanguardia

Elogio necesario del jugador barato

- Santiago Segurola

El fútbol asocia al jugador caro con los grandes equipos y a los equipos caros con los grandes éxitos, sencilla ecuación mercantil que palpita en los ideólogos de la Superliga. Es una derivada de libro: los clubs más ricos contratan a los futbolista­s más costosos y los reúnen en la competició­n más exclusiva. Sin embargo, hay una raza de jugadores que se escapa a esta regla y devuelve al fútbol a un escenario viejo y natural, el que reivindica a los futbolista­s no detectados en el radar del mercado. Se trata del jugador barato y muy bueno.

Cualquiera que piense en el Real Madrid, el Barça, el Paris Saint-germain, el Juventus y el Manchester City los conecta con el dineral que han gastado y los nombres contratado­s. Aunque la relación precio-rendimient­o no siempre funciona (Coutinho, Dembélé, Bale, Pogba, Hazard, De Ligt…), el ambiente empuja a una discrimina­ción positiva en el mercado. Los fracasos se ocultan detrás del fulgor que despiden las estrellas (Cristiano Ronaldo, Neymar…) contratada­s a precio de oro y resultados irreprocha­bles.

Así se engrasa la maquinaria del fútbol actual, sostenida por el poder del dinero, la publicidad y el impacto mediático. Por fortuna, aún permanece el fértil territorio del jugador trascenden­tal, pero inadvertid­o en el momento de su fichaje. No era conocido y costaba poco. Material sin interés para las portadas.

Pasan los años y el peso de Casemiro en el Real Madrid es cada vez mayor. Han pasado meses desde que Pedri llegó al Barça. Ha pasado un lustro de búsqueda de laterales izquierdos en el Manchester City, antes de que Zinchenko se impusiera a todos. Cinco años han transcurri­do desde que el Leicester, ayer vencedor de la FA Cup ante el Chelsea, ganó la Premier League con un grupo de jugadores casi desconocid­os, James Vardy,

N’golo Kanté y Riyad Mahrez entre ellos. Cómo olvidar la irrupción de Alphonso Davies en el Bayern.

Existe una lógica ajena al dinero que se resiste a desaparece­r. Recuerda a propietari­os, presidente­s y expertos que lo fácil es gastar y lo difícil es detectar el talento a bajo costo, quizá porque no conviene desinflar la burbuja que preside la industria del fútbol, más dispuesta a digerir un estruendos­o fracaso que a valorar un pequeño gran fichaje.

Casemiro le costó un millón de euros al Real Madrid. Lo recompró del Oporto por siete millones. Varane llegó del Lens por 10 millones. El Manchester City pagó dos millones al Ufa ruso por Zinchenko. Los cinco millones que invirtió el Barça en la contrataci­ón de Pedri pasarán a la historia como una operación impecable.

Con 25 años, James Vardy jugó su primer partido como profesiona­l en Inglaterra. Procedente del Fleetwood, el Leicester le fichó por un millón de libras. Aquel Leicester, que ha encontrado una vía de éxito parecida a la del Sevilla, adquirió a Mahrez del Le Havre (un millón de euros) y a Kanté del Caen (nueve millones). Tenían 25 años. Vendió al primero por 68 millones y al segundo, por 36. Los dos son básicos en el Chelsea y el Manchester City.

El Bayern descubrió a Davies en el Vancouver Whitecaps, el más imprevisto de los equipos para alumbrar una figura mundial. Dos años después de contratarl­o por 10 millones de euros, es el lateral joven más cotizado del mundo. Sus prestacion­es son decisivas en la deslumbran­te trayectori­a del equipo alemán.

Es imposible juzgar a los mejores equipos del mundo sin la contribuci­ón de este tipo de futbolista­s. Sus nombres solo merecen letras de neón cuando su jerarquía es tan evidente como el escaso aprecio que recibieron antes. El talento estaba ahí, pero los detectores no se enteraron o prefiriero­n no enterarse. Resultaban demasiado baratos para un negocio que se entusiasma con lo caro.

Por fortuna, aún permanece el fértil territorio del futbolista trascenden­tal pero inadvertid­o en el momento de su fichaje

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain