La Vanguardia

Un problema central

- Xavier Aldekoa

En su momento pensé que era una exageració­n. Otra. Cuando Pep Guardiola entrenaba al Barça, sus ruedas de prensa antes de los partidos eran túneles del terror: veía en los extremos del Almería a velocistas con kaláshniko­vs escondidos en las medias o advertía del peligro de las contras del Rayo Vallecano como si estuviera a punto de enfrentars­e a una jauría de hienas tras un mes sin merendar. Intuía que era una táctica para tener al equipo, y de paso al socio culé, enchufado y en tensión, pero al final opté por escuchar al de Santpedor con casco y chaleco antibalas. Fue Tito Vilanova quien apretó aún más la tuerca. “Sin Piqué se nos caía el invento”, aseguró en una entrevista a Lu Martin en El País. En una plantilla con Iniesta o Xavi en plenitud, con Dani Alves desatado en la banda o un Messi marcando goles a peso, el segundo técnico blaugrana señaló la temporada de un central veinteañer­o –Puyol anduvo renqueante media Liga– como la llave que salvó los muebles y el triplete. Entonces pensé que Tito se había contagiado del amor por la hipérbole de Pep o que pretendía premiar en público el esfuerzo de aquel joven Gery. Ahora creo que no exageró.

En estos días en que un silencioso Laporta perfila la plantilla del año próximo, no estaría mal leer entrelínea­s de aquella exageració­n. Aunque los fuegos artificial­es en la afición se enciendan por estrellas atacantes, como los inaccesibl­es Håland, Mbappé o Neymar, los grandes equipos actuales están construido­s desde los cimientos de un káiser imperial. Solo hace falta mirar a Europa, con un Rubén Dias dueño de la defensa del City, a Thiago Silva rejuveneci­do en el Chelsea o, más cerca, a un Pau Torres multiplica­ndo las opciones de Villarreal en la Europa League o a la

Todos los grandes equipos actuales están construido­s desde los cimientos de un káiser imperial

roca Jules Koundé en un Sevilla que ha luchado por la Liga hasta el final. La lectura inversa también apunta hacia la misma dirección: las lesiones de Van Dijk en el Liverpool o de Sergio Ramos en el Madrid han aguado las opciones de sus equipos en la Champions.

Mientras, el Barça hace tiempo que no tiene seguro de vida. A pesar de la excelente temporada de Araújo y de que Mingueza ha cumplido sus cartas, la candidez de Lenglet, un flan cuando llueve de cara, o el mal regreso de Piqué tras la lesión han dilapidado las opciones de los culés. La tibieza de Ter Stegen, menos afilado que de costumbre en la etapa decisiva del campeonato, ha acabado por abrir vías de agua definitiva­s en la defensa blaugrana y ha echado casi definitiva­mente al traste una remontada imposible frente al Atlético.

Hace una década, Tito Vilanova advirtió que sin un defensa de primer nivel, se tambaleaba el mejor Barça de la historia. Hoy, con un equipo mucho más terrenal, se habla de fichar futbolista­s de saldo para la delantera. Que no se vuelva a caer el invento.

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