El vértigo independentista
Una solución ‘last minute’ entre ERC y Junts puede evitar elecciones pero con presos y sin estrategia conjunta sobre la continuidad del ‘procés’ no habrá Govern sereno posible
Superada de la imagen del Dragon Khan del tripartito, ERC acabó subiendo al Shambhala de la presidencia de Quim Torra, y tres meses después de las elecciones… “Tenemos Port Aventura entero”, lamenta un cargo republicano. El parque temático reabrió el sábado al público aunque el vértigo es mayor en la relación entre ERC y Junts fuera del recinto. Los contactos entre Pere Aragonès y Jordi Sánchez han servido para devolver la relación al cauce del diálogo pero por sí solos no garantizan una investidura que debe llegar en los próximos nueve días si se quiere evitar volver a las urnas.
El pacto puede estar sobre la mesa pero, en paralelo, las encuestas dan munición a quienes han situado el próximo embate no en las puertas de la Moncloa, si no entre independentistas.
Una solución last minute puede evitar que la XIII sea la legislatura más corta del Parlament pero difícilmente servirá para restañar heridas, recuperar la imagen institucional de la Generalitat y dar por hecho una presidencia blindada ante los avatares de la competencia de tintes cainitas entre independentistas. Con presos y sin estrategia conjunta sobre la continuidad del procés no hay Govern sereno posible. Ahora los equipos negociadores están quemados, los contactos son ya un mano a mano entre líderes, y cualquier salida que se limite a la simple distribución de poder sabrá a poco.
En tres meses el pacto ha estado a punto hasta cuatro veces y, en la cuenta atrás, ambos se la juegan. Aragonès no puede perder la oportunidad del retorno de ERC a la presidencia de la Generalitat y debe preservar la imagen institucional de su proyecto si vuelve sobre sus pasos y opta por la coalición. Los republicanos han silenciado a sus consellers y cerrado filas en torno a su candidato. Mientras, Jordi Sánchez ha logrado una curiosa unanimidad en la polifonía habitual de Junts al convertirse en el centro de todas las críticas. O de casi todas. Carles Puigdemont quiso situarse al margen de las negociaciones y no ser utilizado como objeto de cambio –así se le trasladó también a cúpula de ERC–, así que no se pronunciará sobre la estrategia de Sànchez.
Otra cosa es que su entorno esté molesto y hasta defienda volver a tirar los dados en unas elecciones. Sànchez ha acabado monopolizando la negociación con ERC hasta el punto de anular la capacidad de maniobra del resto del equipo. “No delega”, es la frase a un lado y otro de la mesa, así que los republicanos sostienen que “si Junts sabe reconducir sus problemas, habrá Govern”. Los problemas de Junts son los problemas de Sànchez y su oferta para ceder cuatro votos para una investidura que evite elecciones.
La ejecutiva de hoy es la clave para determinar lo que hay en el horizonte más cercano de los posconvergentes –volver a las urnas, el Consell Executiu o la oposición– y cómo se vehicula la consulta de un posible acuerdo a una militancia que ha dejado clara su lealtad a la estrategia de confrontación. Si no hay Govern de coalición los incentivos para votar una investidura “gratis” son mínimos, si lo que mira uno es el ombligo. Y aunque se deje abierta la puerta a una posterior incorporación, en ese escenario, los cargos públicos de Junts ya se ven en la calle, algo que una repetición electoral retrasaría, al menos hasta septiembre.
“Con la que está cayendo, el pacto es inaplazable”, es el mantra de ERC para urgir primero el pacto de gobierno y después sólo la investidura, pero hasta el CIS dejó claro que el independentismo se enfrenta a las urnas bajo parámetros que van más allá de la gestión. Solo el 3% decide su voto a un partido u otro en función de su capacidad para gobernar. Y a eso se aferra el sector menos gubernamental de Junts.
Al fin y al cabo, ya hay una estrategia para reactivar Catalunya y va más allá del pacto entre ERC y los antisistema de orden de la CUP. El Govern, con Torra al frente, aprobó en junio del año pasado un plan “Catalunya 2022” y se puso en manos de una treintena de expertos para que diseñaran el futuro poscovid. Las propuestas serían “un regalo” para el siguiente gobierno, pero como no llega, el miércoles se oficializará en el Palau de la Generalitat la entrega del documento a Aragonès y Meritxell Budó que incluye casi un centenar de medidas. El jueves será Pedro Sánchez quien lance su plan para recuperar la iniciativa política. En la Moncloa siempre han sido más ambiciosos con el calendario. Cien expertos trabajando y un horizonte a treinta años vista: ‘España 2050’…