Acerca de la libertad

Crecí con un montón de hermanos y hermanas y con ellos siempre había alguno que bromeaba y una de estas bromas era decir: “En esta casa todos harán lo que les dé la gana y a quien no quiera hacerlo, se le obligará”. Me he acordado de esta tontería que decíamos cuando vi por la televisión a la que era candidata del PP a la Asamblea de Madrid diciendo en un mitin y a gritos que Madrid era libre porque, después del trabajo, ella podía irse a tomar una caña de cerveza porque le daba la gana, repetido varias veces.

Lo que puede entender esta señora por libertad confieso que escapa a mi comprensión, porque, en medio de una pandemia y con una incidencia acumulada altísima en su comunidad, quizás lo que le da la gana a ella no es precisamente lo que es necesario hacer por el bien común, como pueden ser las restricciones de los comercios y restaurantes para evitar que el virus se propague. El bien común tiene que ver con no hacer daño a los demás, sean contagios o lo que sea. La libertad de uno mismo, para serlo, es necesario que tenga en cuenta la libertad de los demás y si no es así, es que es despotismo. No existe la libertad infinita, ni que sea para una pequeña parcela del país como puede ser Madrid, por ejemplo, porque convivimos en este planeta muchas personas y ello condiciona nuestro hacer. No se puede hablar tan solo de un pequeño rincón, porque eso no existe, lo que se haga allá donde sea repercutirá de alguna manera allá y más allá también. De manera que decir públicamente “porque me da la gana” no es tan solo un acto de arrogancia zafia, sino que también demuestra lo que es esa persona.

Una cita de Gandhi: “La libertad exterior que conseguimos dependerá del grado de libertad interior que hayamos adquirido”.