La Vanguardia

Metro Juruá

- Enric Sierra

Es sabido que los errores en el diseño de las infraestru­cturas se pagan muy caros tanto en tiempo como en dinero. Y también estamos acostumbra­dos a que nadie admita haberse equivocado y mucho menos pida perdón por ello. Este es el caso de la línea 9 del metro en su tramo sur, el que comunica Barcelona con el aeropuerto. Se trata de un trazado segurament­e inspirado en el río Juruá, uno de los más sinuosos del planeta porque tiene tantos meandros que forma un cauce tres veces más largo (3.000 km) que la distancia desde su nacimiento hasta la desembocad­ura (1.000 km).

Y es que, probableme­nte, los diseñadore­s de este tramo olvidaron uno de los principios que enseñan a los niños en el colegio y que consiste en que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta. Esto explicaría por qué el trazado empieza en la zona universita­ria, un lugar nada céntrico de Barcelona, y finaliza en el aeropuerto después de incomprens­ibles zigzagueos por el Barcelonès y el Baix Llobregat. Con lo sencillo que hubiera sido prolongar cuatro kilómetros la Línea 1 desde su última estación en el hospital de Bellvitge hasta el aeropuerto. Pero eso hubiera sido muy fácil y barato, dos conceptos que se llevan poco.

Ahora, cinco años después de la inauguraci­ón de este tramo de metro, la propia Generalita­t “constata que la oferta ferroviari­a actual a la Terminal 1 con la línea 9 no es satisfacto­ria”. Lo dice en un documento que avala la futura línea ferroviari­a que unirá el centro de Barcelona con las dos terminales aeroportua­rias. A partir de la constataci­ón

La Generalita­t admite ahora que el tramo de la L9 del metro al aeropuerto es un fracaso y defiende la futura lanzadera

de este fracaso se defiende el nuevo tren lanzadera que construye Adif y que entrará en funcionami­ento en 2025. El informe de la Generalita­t añade que “el nuevo servicio mejorará la conexión a la T2 del aeropuerto y supondrá un cambio de paradigma para la T1”. Será así porque reducirá a la mitad el tiempo de viaje respecto a la actual combinació­n de la L9 y la L1 que une el aeropuerto con el centro de Barcelona. Además, evitará hacer transbordo para llegar al paseo de Gràcia y tan solo habrá tres paradas (El Prat, Bellvitge y Sants) desde las terminales. En cambio, la L9 tiene once paradas entre el aeropuerto y la estación de la L1 de la Torrassa de l’hospitalet donde hay que hacer transbordo y recorrer nueve paradas más de la L1 hasta la plaza Catalunya. Es decir, hoy hay veinte paradas y 46 minutos de viaje para recorrer los 18 kilómetros entre la T1 y el centro de Barcelona. Mientras que la futura lanzadera tardará 20 minutos.

¿Quién usará el mencionado tramo de la L9 cuando entre en servicio el tren lanzadera que conectará el centro con el aeropuerto cada 15 minutos? ¿Alguien asumirá la responsabi­lidad de haber construido un carísimo tramo de metro fantasma?

Esta faraónica línea de metro empezó hace casi 20 años (2003), sigue inconclusa. y arrastra una factura de más de 16.000 millones de euros. ¿Se comprende ahora por qué los ciudadanos se ponen a temblar cuando les hablan de grandes obras? Pues alerta con volver a poner vías de tren en el centro de la ciudad para el tranvía cuando el bus puede ser más rápido y flexible como la línea que entrará en funcionami­ento en breve entre Francesc Macià y Glòries.

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