Con los ojos cerrados
Esculturas de Samuel Salcedo y reflexiones sobre el arte en Barcelona
Cabezas humanas con los ojos cerrados. Una gran cabeza de hierro colado, de textura volcánica, como fuego sólido, llamada Noray, como un amarre náutico de hierro oxidado y en forma de figura erosionada. Esta es la pieza estelar de la exposición que presenta Samuel Salcedo hasta el 10 de julio en 3 Punts, su galería desde el 2001. Hay en la muestra grandes cabezas exentas, sin cuerpo, yacentes, caídas o alzadas. Hay cabezas de cemento que parecen de piedra pulida, cabezas de madera de pino con aguas que sugieren pensamientos y sentimientos y una cabeza oscura, de madera quemada. Salcedo alude en dos esculturas a las cabezas de Ifé, obras clásicas del arte nigeriano. Pero lo que tienen en común todos sus personajes es que han cerrado sus párpados: duermen, o sueñan, o no quieren ver. O no han despertado todavía y pronto han de abrir sus ojos, como los niños recién nacidos.
Atrévete a entrar en el arte. Dos hechos comprobables: las colecciones de arte más importantes de Barcelona son obra de gente mayor y muchas galerías de esta ciudad sobreviven desde hace años gracias a los coleccionistas extranjeros. De momento, no se está produciendo un relevo generacional a la altura de la ciudad de Gaudí y de Joan Miró. Al parecer, la mayor parte de las personas más jóvenes que tienen suficiente dinero para coleccionar arte, prefieren –extrañamente– mirar todo el día las imágenes de Instagram y los mensajitos del móvil, y con eso ya tienen suficiente arte y tal vez suficiente literatura. Vaya: ¡Se conforman con poco!... Me permito recordar que las Presencias reales –por decirlo como George Steiner en su libro homónimo– se pueden disfrutar mucho más que las imágenes sucedáneas.
Debido a esta situación, entre el 7 y el 9 de mayo tuvo lugar en la Fundació Antoni Tàpies y en otros lugares de Barcelona un programa de conversaciones en
El coleccionismo no logra un relevo generacional a la altura de la ciudad de Gaudí y de Joan Miró
Los contribuyentes tenemos derecho a exigir a las televisiones públicas más atención a la cultura
torno al arte y el coleccionismo, que contó con la participación de galeristas, críticos, historiadores, comisarios, artistas y coleccionistas. Lo organizó Barcelona Gallery Weekend y lo único discutible era su título, un juego de palabras bilingüe y disléxico: “Dies d’artévete”. El lema venía a decirnos: “atrévete a entrar en el arte”. Y eso tenía sentido. Quien quiera comprobarlo puede consultar artevete.com. Participé en una de las charlas y quizá la pregunta con más posibilidades de motivar respuestas útiles fue esta: “¿Qué podemos hacer desde el sector artístico para llegar a más público?”. Mi respuesta fue bastante clara. Poco que decir sobre la prensa que concede espacio y atención al mejor arte y sobre la que no lo hace, salvo agradecérselo a la primera. Pero lo que los contribuyentes sí tenemos derecho a exigir a las administraciones es que todas las televisiones públicas de ámbito estatal, autonómico y municipal dediquen una atención prioritaria a la producción de programas culturales de alta calidad. Y que esa prioridad implique que se emitan en horas de máxima audiencia. Lo mínimo exigible sería un programa dedicado a las artes visuales, otro a los libros (y no sólo la literatura popular local o nacional, y no sólo la narrativa y la prosa), otro a las músicas actuales (¡sólo las mejores, por favor!), otro a las músicas clásicas (y no sólo europeas), y uno o dos más dedicados a los espectáculos (cine, teatro, danza). Es lo mínimo. Y habría que exigir exigencia a sus guionistas y realizadores, pues el público no es tan tonto ni tan incapaz de progresar como se suele suponer. Hubo tiempos en que la televisión no era embrutecedora. Yo todavía me acuerdo. En los años ochenta había vida inteligente en la televisión de producción propia y los mejores programas culturales tenían un gran éxito de público. No había entonces más dinero. Lo que había era voluntad y libertad. Al menos, así fue TV3 en sus primeros años, mientras el jefe de programas fue Lluís Maria Güell. Pero la difusión de las artes se puede realizar por distintos medios. Completaré esta reflexión próximamente.