La Vanguardia

¿Qué gran escritor francés dedicó un poema a la sardana?

- JOSEP PLAYÀ MASET

Pablo Picasso alquiló la primavera de 1913 un amplio caserón en Ceret, con vistas al Canigó. Se instaló allí con su nueva compañera, Eva Gouël, y el poeta Max Jacob. Gracias a las cartas que envían a los amigos, podemos saber detalles de sus actividade­s y salidas, como dos viajes hasta Figueres, al otro lado de la frontera. Picasso, muy aficionado a los toros, no perdió la oportunida­d para asistir a una corrida durante las ferias de mayo en la capital ampurdanes­a. Pero a Max Jacob (1876-1944), el escritor, poeta y pintor francés de origen judío que murió en un campo de concentrac­ión, parece que le impresionó más una ballada de sardanas.

En 1932 el ceramista Josep Llorens Artigas hizo donación de un manuscrito de Max Jacob al filólogo y bibliófilo Pere Bohigas. En una carta enviada desde París el 12 de marzo le decía a su amigo: “Aquí os adjunto un manuscrito de Max Jacob para la biblioteca de Catalunya; creo es interesant­e para nosotros, además por tratarse de un poema s/ la sardana (...) Max Jacob vive todavía, pinta y escribe, más judío y más convertido que nunca”. Y con la carta iban cinco hojas autógrafas del poema Honneur de la sardane et de la tenoray

un “comentario” final, así como un artículo suyo sobre el poeta francés publicado en La Publicitat

(2-VII-1921). En el comentario, Max Jacob escribe: “Esta pieza fue compuesta en Figueres en junio de 1911 [lo escribe al cabo de veinte años, y se equivoca de año porque solo estuvo en Ceret y en Figueres en 1913] con ocasión de un viaje que Picasso me había ofrecido generosame­nte a Catalunya (...) Mi contacto directo con la tierra española no hacía más que aumentar la simpatía que yo he tenido siempre por el pueblo que la alimentaba. Este género de impresione­s de viajes escritos a los lugares era entonces absolutame­nte nuevo en poesía”.

El poema, gran parte del cual está escrito en prosa, fue publicado en 1921 dentro de la recopilaci­ón Laboratori­o Central, dedicado a Picasso. “Me recordaré toda mi vida del instrument­o de música que tiene por nombre Tenora; es largo como un clarinete (...) Escuché la tenora en Figueres, pueblo de Catalunya, en una pequeña orquesta en una plaza pública (...) Había varias rosas de corros aquella tarde sobre el enlosado de la plaza en Figueres”, escribe Jacob en el poema conservado en la Biblioteca de Catalunya.

Otro poeta, Jaume Maurici, figuerense, escribió al cabo de unos años que la sardana que tanto había emocionado a Jacob solo podía ser Per tu ploro, del compositor Pep Ventura.

Si la estancia de Jacob en Figueres fue en primavera, otra que hizo en Madrid fue en invierno de 1926, con tiempo frío y lluvioso. Quizá por eso, mientras que sus adjetivos para describir España son los de “seca, austera, con un cielo gris”, en Figueres “todo era color y luz”.

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