‘Déjà-vu’!
Recital de Piotr Beczala
Intérpretes: Piotr Beczala, tenor y Sarah Tysman, piano.
Autores: Donaudy, Wolf-ferrari, Respighi, Tosti, Verdi y Puccini. Lugar y fecha: Palau de la M. (13/V)
Volvió Piotr Beczala a Barcelona y levantó al público del Palau de la Música Catalana como solo los grandes divos saben hacerlo.
Fue el tercer recital del tenor polaco en la sala modernista de Barcelona desde que debutará aquí en marzo del 2017 y una fuerte sensación de déjà-vu debió sentir más de un espectador porque, efectivamente, repetía gran parte del programa, mismo orden, piezas y pianista que en su última actuación en febrero del 2018.
Una lástima porque como explica en su última entrevista con La Vanguardia, si se lo hubieran pedido hubiera presentado otro programa pues acaba de grabar un cd con música de Chaikovsky y Rachmaninov. Un malentendido artístico que sin embargo no truncó un recital de calidad in crescendo.
Beczala podría sentirse el mejor tenor del mundo y razones no le faltarían: canto extrovertido, timbre brillante, seguridad pasmosa en el registro agudo, técnica impecable y emisión generosa y homogénea. Demostró con inteligencia y habilidad el uso de sus recursos, con una pausa de solo de piano no anunciada en el recital, donde una correcta Sarah Tysman tocó Granada de Albéniz.
Las canciones de Donaudy, Respighi y Tosti le sirvieron para calentar, mejorar la expresión del fraseo y animar a un público absorto ante la belleza de una voz de tenor que no ha perdido calidad ni facultades en los más de viente años que el tenor lleva en la élite del canto.
De hecho el recital fue una master class de cómo cuidar el instrumento y dosificarlo para llegar al final más exigente con las tres arias de las óperas previstas: Un ballo in maschera y Luisa Miller de Verdi y Tosca de Puccini.
El timbre broncíneo arrebatador del polaco lo combina con una articulación con tendencia a abrir vocales y subrayar la proyección, siempre presente, incisiva y solar. Ciertos manierismos y appoggiature en las canciones italianas se despejaron con el repertorio donde reinó con autoridad. Explosivo en el Riccardo verdiano, eliminó con inteligencia el recitativo en la encendida aria de Rodolfo y finalizó exultante con Recondita armonia . La energía del público y la generosidad del tenor florecieron en tres bises: E lucevan le stelle de Tosca y Sole e amore de Puccini y Come un bel dì di Maggio del Andrea Chénier.