Ganar la guerra

El coronavirus es un enemigo peligrosísimo. Ha causado un número de víctimas superior al de muchas guerras y, cuando parecía que lo teníamos dominado, se reinventa y se vuelve más peligroso que nunca. Tal vez por nuestra culpa, por creer que ya lo teníamos dominado, por exceso de confianza y porque políticamente convenía abrir un poco la mano para dar un respiro a la economía y un poco de alegría a los jóvenes, pero su contraataque ha sido fuertísimo. No le habíamos puesto la puntilla, si se me permite este símil taurino, y el animal se ha puesto en pie de nuevo y está corneando a quien se le ponga por delante.

Las guerras, como los partidos de fútbol, se ganan cuando el enemigo es derrotado, no cuando se marca el primer gol. En la final de la Eurocopa, Inglaterra marcó un gol nada más empezar el encuentro. Tenía a Italia contra las cuerdas, seriamente tocada, pero no fue capaz de rematar el partido. Ganar por 1-0 e intentar mantener el resultado es una mala estrategia. Cuando se empieza ganando y el adversario da señales de debilidad es cuando hay que poner toda la carne en el asador e ir a por el segundo gol y a por el tercero. Ya lo decía el genial Johan Cruyff: “Prefiero ganar por 5 a 4 que por 1 a 0”. E Inglaterra no lo hizo. Italia empató hacia el final del partido y le ganó en los lanzamientos de penaltis.

Al virus teníamos que haberlo derrotado tan contundentemente que no pudiera rehacerse. No lo hicimos, pero aún estamos a tiempo, aunque para ello tengamos que volver a encerrarnos en nuestras casas y dejar de vernos con nuestros seres queridos. Y si un sector, como la hostelería y la restauración, sufre económicamente, que el Estado se lo compense. Nadie ha de salir perjudicado, pero si no hacemos nada, todos acabaremos perjudicados.

Esta guerra contra el coronavirus no puede continuar. Ya ha causado demasiados muertos y ha roto demasiadas familias. La hemos de ganar ya, cueste lo que cueste. Tengamos que sacrificar lo que tengamos que sacrificar. Hemos de hacer un último esfuerzo vacunando a los que aún no lo están. Y siendo estrictos como ya lo fuimos. Hemos demostrado madurez suficiente para sacrificarnos por el bien común. Volvamos a hacerlo. Si no, puede que al final el virus nos gane en los penaltis.

Hemos de hacer un último esfuerzo vacunando y siendo estrictos como lo fuimos