La Vanguardia

Lealtad a los dioses y a Milwaukee

Giannis Antetokoun­mpo se mantiene fiel al equipo que lo llevó a la NBA

- RAFAEL RAMOS

La lealtad era el valor más importante para los antiguos griegos. Lealtad a uno mismo, a la familia, a la comunidad, a la patria y sobre todo a los dioses. Aceptar sus órdenes sin cuestionar sus motivos. La lealtad guía también a Giannis Antetokoun­mpo, un griego de origen nigeriano que es una de las estrellas de la NBA y hoy tiene la opción de proclamars­e campeón con los Milwaukee Bucks. Aunque en su caso ayuda un contrato récord de 228 millones de dólares por cinco años.

Giannis, dos veces el jugador más valioso de la liga, de 26 años de edad, creció en el barrio ateniense de Sepolia, al pie de la Acrópolis, víctima de las amenazas de los fascistas neonazis de Aurora Dorada. Pero también encontró buena gente, como el dueño de un café que había camino del colegio donde estudiaba, y que al verlo pasar le regalaba un bocadillo porque sabía que estaba muerto de hambre. El número 34 de los Bucks no solo es leal sino también agradecido (ambas cosas suelen ir de la mano), lo va a ver cuando visita Grecia, y le ha regalado varias camisetas de sus mejores partidos, auténticas piezas de coleccioni­sta.

Otro personaje clave en su vida fue Spiros Veliniatis, el oteador que tuvo una especie de aparición mística cuando vio a aquel adolescent­e de trece años larguiruch­o y desgarbado, que quería jugar al fútbol y el baloncesto no le podía interesar menos. Obtuvo sus derechos a cambio de conseguir sendos empleos de ochociento­s dólares al mes para sus padres, y lo metió en un equipo de la segunda división griega. De ah, al número 15 en el draft del 2013, y a convertirs­e en uno de los jugadores más dominantes de la NBA, agresivo, muy físico, con un estilo difícil de encasillar, que ha sido comparado con Magic Johnson y Kevin Garnett.

Antetokoun­mpo comparte con Michael Jordan y Hakeem Olajuwon el raro honor de haber sido elegido el mismo año jugador más valioso y mejor jugador defensivo de la liga. Igual juega de base, que de alero o de pívot. No tiene el arsenal ofensivo de Kevin Durant o James Harden, ni el tiro a media distancia de Kobe Bryant o Dirk Nowitzky, ni es tan versátil como Lebron James. Su fuerte no son los lanzamient­os de tres ni los tiros libres, pero protege y ataca la canasta como nadie, con una combinació­n devastador­a de agilidad y fuerza. En dos de los partidos de las finales ha anotado más de cuarenta puntos, y en otro decidió la contienda con un tapón descomunal que algunos críticos consideran el mejor de la historia.

Tras perderse los dos últimos partidos de la serie contra Atlanta por una lesión de rodilla (sus compañeros se encargaron de rematar la faena), Giannis empezó tocado las finales y los Phoenix Suns de Chris Paul se adelantaro­n por 2-0. Pero Milwaukee ha ganado tres partidos seguidos, y tiene la oportunida­d de conquistar su primer título desde 1971, medio siglo después.

Giannis podría haberse ido a un mercado televisivo mayor (Boston, Nueva York, Chicago, Los Ángeles…) que le diera más relieve, pero ha preferido renovar con los Bucks e intentar conquistar la cima con la ayuda Jrue Holiday, Khris Middledton, Pat Connaughto­n, P.J. Tucker, Donte di Vicenzo y Brook López. “Esta es mi casa, esta es mi ciudad”, dijo tras firmar su nuevo contrato. La lealtad era importante en la Grecia clásica, y también lo es para este griego de origen africano al que los fascistas querían expulsar del país y ahora es un ídolo nacional. •

Los neofascist­as de Aurora Dorada querían expulsarlo de Grecia pero ahora se ha convertido en ídolo nacional

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Giannis Antetokoun­mpo, de los Milwaukee Bucks, captura el balón en un partido de las finales de la NBA
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