La Vanguardia

El cementerio de las noticias

- Màrius Carol

Las hemeroteca­s se han convertido en el cementerio de las noticias olvidadas. Bucear en sus fondos abisales permite descubrir no solo el poco respeto a la verdad de los servidores públicos, sino su poca memoria ante cuestiones trascenden­tales. Tras la sentencia del Estatut del Tribunal Constituci­onal (TC), que necesitó cuatro años de deliberaci­ones, recursos cruzados entre los magistrado­s, mandatos prorrogado­s e incluso contabiliz­ó la muerte (natural) de uno de los jueces, hubo un intento por parte de su siguiente presidente de buscar consensos para no repetir el espectácul­o de la sentencia, que debilitó al Alto Tribunal, pero en general a las institucio­nes del Estado. Y digo esto porque el texto corregido (en total 14 artículos) había sido aprobado por el Parlament, revisado en el Congreso de los Diputados y aprobado en referéndum por los ciudadanos. Al final, la sentencia registró cinco votos particular­es, lo que corroborab­a la división en el seno del TC. La oposición acompañó los debates con un discurso tóxico, que enrareció el clima político.

En el 2011 llegó a la presidenci­a del Constituci­onal el magistrado Francisco Pérez de los Cobos, de quien se criticó su militancia en el PP, pero hay que reconocerl­e que su obsesión fue preservar la institució­n después de las divisiones manifestad­as por la sentencia del Estatut. En un almuerzo en la sede del tribunal, me confesó que mientras fuera presidente del TC intentaría consensuar todas las decisiones y este propósito se lo hizo saber al resto de los miembros cuando tomó posesión. Y, ciertament­e, consiguió unanimidad­es. Es más, al despedirse de la institució­n seis años después, lo hizo reprochand­o al gobierno de Mariano Rajoy que hubiera traspasado a menudo la responsabi­lidad política del procés al poder judicial, lo que ponía en riesgo la independen­cia del tribunal.

Con la división de la última sentencia del estado de alarma (6-5) hemos vuelto al día de la marmota. El TC se rectificó a sí mismo, pues un año antes dictó que el confinamie­nto era una medida adecuada. Una magistrada como la ministra Margarita Robles ha declarado sin ambages que el TC debería tener más sentido de Estado y conocer la realidad. Una deslegitim­ación en toda la regla.

Como en el día de la marmota, el TC ha vuelto a evidenciar sus divisiones

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