La Vanguardia

Hoy Torrevieja, mañana Berlín

- Carlos Zanón

Seis y media de la madrugada. Un ejército de jubilados aguarda para la invasión. Es Torrevieja, pero podríamos estar hablando de Normandía. Manos artríticas y pies con duricias agarran sillas y parasoles, sostienen toallas y zapatillas. Gafas Óptica Universita­ria, ortodoncia­s de primera y alguna que otra cadera de titanio. El Mundo Sénior, que ha andado recluido y, en algunos casos, masacrado, por la covid y la novedad tecnológic­a, se ha cansado de lo joven, de esperar turno y vacuna. Con sus pensiones íntegras y ampliando lustros desde la jubilación, Mundo Sénior aprovecha los primeros rayos para entrar en la playa y tomar posiciones. Horas de acuagim para fortalecer gemelos y sesiones de zumba competitiv­o tienen todo el sentido ahora. Uñas como garras se hunden en la arena alicantina para conseguir clavar el parasol como en una buena noche de amor sénior azul. Toallas de bancos que en la ciudad ejecutan hipotecas ondean sobre la brisa mediterrán­ea antes de tomar suelo. Sillas

de tela y metal afianzadas, frente al mar: Estambul a un lado, el Mercadona detrás.

“En Cuenca me levanto cuando quiero, pero aquí toca madrugar”, sentencia una anciana. El Mundo Joven y Familiar está enfurecido. Bajan a las nueve de la mañana y no hay sitio en aquella playa. “Que vengan por la tarde. La mañana es nuestra. Después de comer, nosotros hacemos la siesta. Que bajen entonces”, postula un jubilado de Portugalet­e, y descubrimo­s en qué nos hemos equivocado al darles las primeras horas en los gimnasios. “O que corran más que nosotros”, vacila, retador, su amigo, que es o muy bajito o anda irremediab­lemente incrustado en una de las sillas desde las siete y diez.

En toda la extensión de la playa hay zonas con un mismo apellido, clanes, casi guetos, con sus policías y sus leyes administra­tivas. Ver correr a esos viejos sobre la arena, sublimar la curva del agua helada, con las camisas desabrocha­das ellos, abiertas por las panzas o la velocidad letal por continua, sombrero y traje de baño de una pieza de ellas, cargadas con mochilas pasadas de modas de La patrulla canina llenas de víveres y ventolines, hiela la sangre a Mundo Joven y Familiar, que solo puede ver, oír y callar. Ahora ya es tarde para nosotros sin futuro, sin playa ni pensiones. El presente es Sénior, y Torrevieja, un símbolo.

Con sus pensiones íntegras, Mundo Sénior toma posiciones en la playa con el primer sol

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