La Vanguardia

Setenta años

- Mariano Guindal

Ayer cumplí 70 años y en este tiempo he vivido cinco grandes crisis económicas, de todas ellas hemos salido fortalecid­os. De alguna manera se podría decir aquello de que España ha prosperado a golpe de crisis. Como escribió Albert Einstein, “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progreso”. Por ello tenemos que relativiza­r el pesimismo que nos está trayendo la quinta ola.

Es cierto que toda la euforia económica que se había producido cuando creímos que habíamos vencido a la covid en unas semanas se ha dado la vuelta. Sumado esto al temor a que se produzca una inflación creciente y permanente ha provocado el derrumbe de las bolsas y la ralentizac­ión de las inversione­s. Pero se trata de un bache en el camino de la recuperaci­ón. España ha cogido el viento de la historia y por muchos contratiem­pos que se produzcan, nos llevará a los felices años veinte. Nos esperan buenos tiempos.

Pero si hay que relativiza­r los golpes adversos como los que estamos viviendo con la quinta ola debido a nuestra mala cabeza y al desacierto de nuestros gobernante­s, también hay que evitar caer en la euforia demagógica. Cuando el día 29 se publique la EPA del segundo trimestre nos vamos a salir del mapa y el día después se dará a conocer un crecimient­o del PIB como nunca antes se había conocido en España. Pero estos datos que el Gobierno venderá con grandes alharaca serán un mero espejismo. Se trata de un efecto calendario, ya que se comparan con el segundo semestre de 2020 cuando la economía y el empleo se desplomaro­n.

Por eso hay que contemplar los ciclos expansivos y recesivos en su conjunto. Hay que conducir con luces largas. El Plan de Estabiliza­ción de 1959 fue muy duro y produjo mucho sufrimient­o. Aquella sí fue una crisis con mayúsculas. Pero salimos y se acabó con la autarquía y con los años de hambre que dejó la posguerra.

En 1973 se produjo el crack petrolero. La crisis duró una década y se llevó por delante a toda la industria y a punto estuvo de dar al traste con nuestra incipiente democracia. Pero lo cierto es que permitió a España convertirs­e en un país de servicios poniendo las bases para vivir el mayor proceso de prosperida­d y libertad de toda nuestra historia, de hecho se consolidó nuestro actual Estado de bienestar.

La tercera gran crisis que he vivido fue la de 1992-93 con las cuatro devaluacio­nes de la peseta que se produjeron y que fueron un auténtico plan de estabiliza­ción que duró un quinquenio. También fue muy duro, pero España recuperó la competitiv­idad que necesitaba para entrar en la UE y poder asumir el reto del euro.

Probableme­nte la gran recesión del 2008 fue la que en términos económicos nos produjo mayores daños. El crack financiero se llevó por delante a las cajas, la mitad del sistema. Estuvimos a punto de la quiebra y de la intervenci­ón por el FMI, el BCE y la CE. La crisis económica actual como consecuenc­ia de la pandemia ha sido otra dura prueba que estamos en proceso de superar si todos ponemos un poco de nuestra parte.

Tenemos que relativiza­r el pesimismo que nos está trayendo la quinta ola

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