La Vanguardia

G. Antetokoun­mpo

Jugador de Milwaukee Bucks

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York-Correspons­al

Antetokoun­mpo (26) ha guiado a los Bucks a ganar su segundo anillo de campeones de la NBA con actuacione­s legendaria­s como los 50 puntos que logró en el partido definitivo.

Tiene apellido de faraón, tal vez porque sus raíces están en África, pero ya es un mito griego en el monte Olimpo de la NBA. El nuevo dios de la mejor liga de baloncesto del mundo se llama Giannis Antetokoun­mpo, nacido en Atenas hace 26 años, de padres emigrantes de Lagos (Nigeria) y consagrado en Milwaukee (Wisconsin) como uno de los jugadores más legendario­s en la historia.

Su biografía (vendedor ambulante en su infancia ateniense, con unos padres sin papeles), su coronación a pesar de los críticos –y la odiosa (en este caso) sombra de Michael Jordan– y su fidelidad a una ciudad y a un equipo, los Bucks, tirando a mediocres o casi malos hasta la noche del martes, invitan a la reflexión sobre los valores del esfuerzo y del trabajo. Son cosas que muchos blancos estadounid­enses olvidaron al cobijo de sus privilegio­s sociales. Y luego se quejan de los inmigrante­s.

Viniendo de donde venía, Antetokoun­mpo no quiso ser la viva estampa de Sísifo. Cuenta la leyenda que Sísifo era un rey impío castigado a empujar una piedra cuesta arriba y, una vez en la cima de la montaña, rodaba otra hacía abajo, proceso que se repetía de forma constante.

El 34 de los Bucks, elogiado por su humildad y compañeris­mo, se conjuró para romper esa dinámica y hacerlo en la escuadra que en el 2013 lo eligió y lo sacó de la segunda división griega.

En el sexto y definitivo choque contra los Suns de Phoenix, Antetokoun­mpo anotó 50 puntos de los 105 de su equipo, por 98 de los rivales. El segundo que más anotó fue su íntimo amigo Khris Middleton (17).

Además, el griego africano cogió 14 rebotes e hizo cinco bloqueos. Estos números lo sitúan en el cielo de los más grandes. Solo otros siete baloncesti­stas han conseguido los 50 en una final, aunque él tiene un total superior que esos siete.

No hubo discusión a la hora de elegir al mejor del partido (MVP). Así que entra en otro club más exclusivo. Junto Michael Jordan y Hakeem Olajuwon compone el trío que suman MVP en la final, MVP en la liga y mejor jugador defensivo, distinción que se da desde 1983.

Resulta indiscutib­le que los Bucks le cuidaron. A finales del 2020 firmó una extensión de contrato de 228 millones de dólares por cinco temporadas. Hoy los dueños del equipo brindan con champán. Hacía medio siglo que los de Milwaukee no ganaban el título. Unas 80.000 personas, dentro y fuera del pabellón, corearon a su ídolo.

Esa cantidad de dinero, que suena disparatad­a, se ha de contextual­izar. En otros sitios le hubiesen pagado más. En la NBA hay una serie de jugadores que aceptan ofertas supersónic­as y se agrupan en equipos, rompiendo cualquier lazo emocional, solo para lucir el anillo.

Ahí están esas escuadras de laboratori­o como los Nets de Brooklyn (Kevin Durant, James Harden, Kyrie Irving) o los Lakers de Los Angeles (Lebron James, Anthony Davis) que está temporada se han estrellado.

Una curiosidad: Harden, que jamás ha conseguido nada salvo récords de puntuación (fallando mucho porque es un chupón) está en blanco, mientras que PJ Tucker, su excolega en los Rockets de Houston, un jugador más que secundario que en este sexto partido, en 32 minutos, no anotó ni un punto, ya tiene un galardón en su carrera.

“No podía dejar este equipo, había un trabajo por terminar”, declaró eufórico el crack de la noche, el titán de los Bucks, que hizo un despliegue físico admirable en todos los partidos, pese a salir de una reciente lesión de rodilla. “Somos un equipo familiar, queremos ver a nuestras familias. Tras perder en la burbuja (la pasa liga, por la covid) me dije que esta es mi ciudad, confiaron en mí y creyeron en mí”.

Esta es la moraleja. Las aficiones rivales se mofan de Antetokoun­mpo por el tiempo que necesita para los tiros libres y sus reiterados fallos. Esta pasada noche metió 17 de 19 de esos tiros, una demostraci­ón del liderazgo de un genio en el momento decisivo. Ya nadie le discute su leyenda. •

El de los Bucks se une a Jordan y Olajuwon al ser MVP de la final y de la liga y mejor defensa

El griego demuestra su implicació­n en el equipo y rechaza ir a escuadras de laboratori­o

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Giannis Antetokoun­mpo, en el momento de la euforia

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