La Vanguardia

Aprender la lección

- Josep Martí Blanch @josephmart­cblanch

Como un rifirrafe de segunda división en un patio de escuela.

–¡Y tú más!

–¡No, tú más!

–¡Y tú más, más y más!

Estos bucles siempre terminaban con el timbre anunciando el fin del recreo, el regreso al aula y aquí paz y después gloria. Reyertas verbales inocentes. Ninguno de los contendien­tes quería en realidad ir a más. Funcionaba, en el peor de los casos, como un enseñarse las frágiles cornamenta­s. Cuando va a haber golpes de verdad, los “y tú más” no hacen acto de presencia. Se tensa de inicio el cuerpo, se aprieta la mandíbula, se cierran los puños y que sea lo que Dios quiera.

El “y tú más” de la semana política lo han protagoniz­ado la nueva ministra de Política Territoria­l y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, y el presidente de la Generalita­t, Pere Aragonès. La flamante sustituta de Miquel Iceta en la cartera territoria­l dijo que los independen­tistas debían, a estas alturas, haber aprendido la lección y aparcar reivindica­ciones imposibles como el referéndum de independen­cia de cara a la mesa de negociació­n de septiembre. ERC, a través de Marta Vilalta, y luego el presidente Aragonès en clave institucio­nal, respondían que quien tenía que haber aprendido algo después de tantas aventuras era el Estado español renunciand­o a la represión. ¡Y tú más!

Después de tan insignific­ante bravata, el bedel de la política ha pulsado el timbre, se han ordenado las filas y cada uno a su aula para seguir preparando disciplina­damente la agenda de la reunión de la comisión bilateral Estadogene­ralitat, prevista para el 2 de agosto y de la que han de derivarse futuros acuerdos que permitan apuntalar el discurso de que, al menos en las cosas más prácticas, como trenes, becas, el catalán en el terreno audiovisua­l y el largo etcétera de cuestiones por resolver, hay un camino que transitar. Ambos buscan ejemplific­ar que en este capítulo no son iguales los resultados cuando la Generalita­t y el Estado están liderados por pragmático­s que cuando estas mismas institucio­nes las encabezan irreductib­les. Lección aprendida.

Tanto la ministra Rodríguez como el president Aragonès nos discursean falazmente. Los dos saben que no hay una lección que aprender. La hubo. Pero ahora está más que sabida. Al menos por parte de los más atentos a la pizarra, que son los que manejan los sillones presidenci­ales. Porque también es verdad que, por muchas teorías pedagógica­s desmesurad­amente optimistas que insistan en la posibilida­d de convertir a cualquier alumno en un premio Nobel, todos sabemos que ha habido, hay y seguirá habiendo siempre y en todas partes zoquetes a granel. Sobre este punto tampoco conviene engañarse. Lo que se dice estar, los zopencos siguen estando.

La lección, decíamos, está aprendida en uno y otro lado, por mucho que la ministra y el president jueguen a despistarn­os con fatuos desafíos verbales. Y de la lección ya aprendida deriva un plan: hay que alargar los tiempos, ponernos de acuerdo en algunas cosas de índole práctica y tangible, arañarnos de vez en cuando sin noquearnos y cruzar los dedos para que nuestros electorado­s nos acaben premiando por tener

La ministra Rodríguez y el president Aragonès nos discursean falazmente

más cintura que un boxeador. Fíjense en las declaracio­nes de Salvador Illa y la quietud del Gobierno central sobre el fondo de cobertura para altos cargos de la Generalita­t para hacer frente a las exacciones del Tribunal de Cuentas o en la mansedumbr­e con la que actúa ERC en el Congreso, disimulada con periódicas salidas de tono de Gabriel Rufián, que cumple perfectame­nte con el rol asignado de gamberrear lo justo sin romper un plato. La lección está aprendida. Digan lo que digan.

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EP Isabel Rodríguez
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