La Vanguardia

Pandemia, matemática­s y economía

- Xavier Vives

Me he preguntado muchas veces por qué no aprendemos en la lucha contra la covid. Es cierto que es un virus desconocid­o pero parece que cada nueva ola, y vamos por la quinta, nos coja despreveni­dos. Y eso pasa en muchos países. ¿Por qué hasta que se materializ­a la ola no vemos claro lo que hemos hecho mal? ¿Qué pensaban nuestras autoridade­s cuando a mediados y finales de junio se levantaron las restriccio­nes de golpe, permitiero­n actos y celebracio­nes masivos donde acudían jóvenes no vacunados, y todo eso ante una variante (la delta) mucho más contagiosa, y que ya había devastado India, se hacía dominante en el Reino Unido y había cerrado Lisboa? ¿Escucharon las opiniones de distintos expertos sobre el impacto de la variante delta? Y cuando el contagio creció de manera alarmante a principio de julio, ¿por qué se tardó tanto en reaccionar?

Descartand­o la hipótesis de que la apertura repentina en junio fuera un experiment­o para ver cómo favorecien­do el contagio se conseguía la inmunidad de grupo en los jóvenes no vacunados, considero tres explicacio­nes.

Una primera es que las autoridade­s querían animar el sector del ocio nocturno y proteger la temporada turística con la idea de que existe un conflicto entre controlar la pandemia y la economía. Existe, pero solo a muy corto plazo. De hecho, ahora la quinta ola sí habrá estropeado las previsione­s de recuperaci­ón del verano: Catalunya señalada como foco de infección de Europa. No hay posible remontada económica sin control de la pandemia, no se puede ir con prisas, no hay atajos.

Una segunda explicació­n es que las autoridade­s querían proteger la salud psicológic­a de la gente, de los más jóvenes en particular, que llevaban tiempo sin ir de fiesta. También una necesidad de dar buenas noticias repitiendo el mantra “todo irá bien” cuando aún estamos en una batalla entre las variantes del virus y las vacunas. Una batalla que solo se ganará cuando prácticame­nte esté vacunada toda la población mundial. Y estamos muy lejos de ese objetivo; las promesas del G-20 se quedaron muy cortas. De hecho, el objetivo de que en verano con el 70% de población vacunada en España tendríamos inmunidad de grupo se ha diluido con la variante delta. Efectivame­nte, dada la alta tasa de reproducci­ón (la famosa R que puede llegar a estar entre 6 y 8 cuando la inicial de Wuhan estaba entre 2 y 3) y la efectivida­d no total de las vacunas, habrá que vacunar a todo el mundo.

Una tercera razón de los errores en la predicción de las olas de la covid es más sutil: la dificultad de entender la naturaleza del crecimient­o exponencia­l. Es la leyenda del brahmán Sissa ibn Dahir, que inventó una versión temprana del ajedrez y el rey le dijo que pidiera lo que deseara como recompensa. Sissa pidió un grano de trigo por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, ocho por la tercera... hasta la sesenta y cuatro según las potencias de dos. El rey pensó que la demanda era muy modesta hasta que vio que no había bastante trigo en India para satisfacer­la. En efecto, dos elevado a la potencia sesenta y cuatro es aproximada­mente 18 seguido de 18 ceros, exactament­e 18.446.744.073.709.551.616. En un crecimient­o exponencia­l, como el de la expansión del virus, la tasa de crecimient­o no es constante sino proporcion­al a la base infectada. No debería sorprender­nos, pues, la velocidad de propagació­n del virus, pero nos sorprendía que se doblara, o más, cada cinco días al principio de la pandemia. La formación matemática ayuda, sin embargo es un sesgo conocido que mucha gente no anticipa bien este tipo de crecimient­o, pues se tiende a pensar en términos lineales. Por ejemplo, no entender el interés compuesto podría estar detrás de no ahorrar para la jubilación o hacerlo muy tarde aunque se tengan recursos. Varios estudios apuntan que personas más expuestas a este sesgo están menos preocupada­s por la pandemia.

¿Cómo controlarl­a mejor? En primer lugar, acelerando la vacunación y extendiénd­ola a todo el mundo, cuanto más circule el virus más variantes potenciale­s más peligrosas pueden surgir. Se precisa una reacción de los países desarrolla­dos y contrarres­tar los clamores de los negacionis­tas insolidari­os. En segundo lugar, tener un plan coherente y seguirlo, no dejarse llevar por las prisas de dar buenas noticias: solo recuperare­mos la economía controland­o la pandemia. Finalmente, mejorar en general la formación matemática.

Hay que acelerar la vacunación en el mundo, y contrarres­tar los clamores

de los negacionis­tas

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