La Vanguardia

Conectar mejor que desconecta­r

- Albert Domènech

Uno tiene la sensación de que cada temporada es más intensa que la anterior. No sé si es que cuando te encuentras en la rampa de salida de las vacaciones tu cerebro entra en una fase más mística y reflexiva, si es la edad que nos pasa factura o que el ritmo de la informació­n propulsada por las nuevos formatos de comunicaci­ón han acelerado la demanda de un consumo más impulsivo e inmediato, pero lo cierto es que llegado a este punto la valoración es tan contundent­e como evidente: hay necesidad de coger aire y tomarse un respiro.

Hasta ahora era de los que cuando me invadía este estado acudía directamen­te al término desconexió­n para describir cuál era la necesidad primordial que se abalanzaba sobre mí. Pero me he dado cuenta de que precisamen­te, lo más urgente pasa por una conexión con otro tipo de sensacione­s y realidades. Cuando los árboles han ido creciendo de una manera más o menos salvaje, el bosque puede parecer más bonito, pero existe el riesgo de que el camino tomado esté cada vez más diluido entre una vegetación que, en ocasiones, puede desvirtuar nuestros pasos. Por eso se trata de conectar de nuevo con nuestra esencia, con aquello que queremos ser y hacer y escucharno­s en medio del silencio antes de seguir andando y decidir qué camino tomamos la próxima temporada. O si decidimos probar algún atajo.

Siempre habrá piedras en los senderos, hasta el punto que muchas de ellas nos las colocamos nosotros mismos no sea que la travesía sea más placentera de lo que desean las emociones más tóxicas y perversas. Conectar con ese yo interior es imprescind­ible para evitar caer en los mismos errores, saber sacar rédito de los desacierto­s que hayamos podido tener y valorar todo aquello que hemos hecho bien, que seguro que es mucho más de lo que nuestra mente saboteador­a a veces nos quiere hacer ver. La desconexió­n solo nos lleva a un peligroso vacío que, sin un análisis más profundo, puede derivar en el kamikaze juego de ir sucediendo temporadas recargando pilas sin prestar atención al estado del cargador. Ya sabemos que tanto en la prensa del corazón como en televisión siempre pasan cosas. Y más que sucederán porque la necesidad de hacer audiencia y negocio cada vez es mayor. También por ello se hace imprescind­ible conectar con nuestro sentido común, aquel que algunos intentan torpedear, pero que es el único GPS válido para no perder el norte ni la honestidad. Y para ello uno necesita estar aliviado, pero siempre enchufado.

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