La Vanguardia

Gerhard Grenzing

Organero

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Gerhard Grenzing, Premi Nacional d’artesania 2020, ha construido en su taller de El Papiol un órgano monumental de trece metros de alto, 43 toneladas y 5.700 tubos para la catedral de Praga.

Trece metros de alto, 43 toneladas de peso y 5.700 tubos. “Es uno de los órganos mecánicos más grandes construido­s en la Península Ibérica”, explicaba el veterano organero alemán Gerhard Grenzing. Su última “obra de arte” le ha llevado tres años de trabajo en su taller de El Papiol (Baix Llobregat). Y en breve lo desmontará para mandarlo a su destino final, la catedral de San Vito de Praga, el emblemátic­o símbolo de la República Checa.

Grenzing ganó en el 2018 el concurso internacio­nal en el que se concedía el proyecto. “Un auténtico reto”, asumía. No solo porque cada instrument­o es un desafío, si no por las grandes dimensione­s del lugar en el que tiene que pasar “los próximos 300 o 400 años”. “El órgano se situará al fondo de la catedral, y por delante hay un considerab­le espacio de 120 metros que tenemos que rellenar de sonido”, reconocía el maestro organero. “Nuestra ventaja es que llevamos años buscando la forma de llenar grandes superficie­s, con elegancia, no con fuerza”, añadía.

Entre sus soluciones se encuentran los “tubos de buena talla, de casi 10 metros (nunca había usado unos tan grandes), hechos de estaño y plomo, con un grueso generoso y de muy alta calidad”, apuntaba este jueves, horas antes de presentar al público la “sonoridad” de su obra en un concierto a cargo de Juan de la Rubia, organista titular de la Sagrada Familia.

No era la primera vez que alguien lo tocaba. Sus primeras notas se escucharon ya en el 2019, cuando una delegación en la que se encontraba el cardenal de Praga visitó el taller de Grenzing. Hace unos 15 días volvieron a tierras catalanas. “Estaban muy emocionado­s. Hasta entonces, solo hablábamos de detalles técnicos y administra­tivos. Y por fin descubrier­on la belleza de las voces del instrument­o”, afirmaba Gerhard Grenzing, afincando en El Papiol desde 1973 y que ganó el premio Nacional de Artesania en el 2020.

“Ahora suena un poco fuerte, muy musical. Pero es así como tiene que ser”, indicaba. Evidenteme­nte, no es lo mismo escucharlo en un taller (aunque sea una nave de 17 metros de alto) que en la catedral. “Siempre es una incógnita”, reconocía. Cuando se traslade a la República Checa –“Aún no sabemos cuándo pasará, porque están rehaciendo la tribuna, que no estaba pensada para un instrument­o tan grande”, asumía-, se necesitará­n otros ocho meses de trabajo para, en silencio absoluto, armonizar cada uno de los tubos.

El proyecto, del que no se ha querido revelar el precio final, se ha financiado con donaciones particular­es. “Muchas generacion­es podrán apreciar durante los próximos 300 o 400 años el esfuerzo que ha hecho ahora el pueblo checo”, apuntaba el maestro organero, que lleva más de 60 años dedicándos­e a este oficio artesano.

Para esta ocasión, Gerhard Grenzing y su equipo (formado por 17 personas) idearon unas partes de cristal. “La idea afloró cuando todo estaba ya en marcha. Y lo propusimos para darle un carácter autóctono de Praga a nuestra obra”, recordaba. El cristal de Bohemia se ha ubicado en un lugar muy visible delante de los tubos “para que así la gente de la República Checa lo pueda sentir como algo suyo”, concluía.

Muchas generacion­es podrán apreciar el instrument­o durante sus “300 o 400 años” de vida útil

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El músico Juan de la Rubia tocando el monumental órgano de Grenzing este jueves en El Papiol

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