La Vanguardia

“Estos jóvenes no tienen nada que perder”

Indignació­n y enfrentami­entos en la ciudad de Pereira, uno de los centros de la reavivada protesta colombiana

- CATALINA GOMEZ ANGEL Pereira (Colombia). Servicio especial

Caía la tarde y el mayor de los hijos de Yolanda, el de 16 años, había tomado posesión de la ubicación desde la que pretendía defenderse ante un posible avance de la policía, unos metros adelante. Como protección llevaba un casco amarillo en el que estaba escrito con un rotulador “Primera Línea de Pereira”. Su rostro, como el de otros chicos, estaba tapado con una camiseta blanca. El objetivo no era ocultar su identidad de las autoridade­s, sino prevenir el impacto de los gases lacrimógen­os. “Aquí los estoy esperando, ellos –por la policía– nos han hecho mucho daño”, dijo el muchacho, que siempre estaba seguido por su madre, Yolanda, como si fuera su sombra.

Ella, una mujer morena de más de 1,70 de estatura, no llevaba casco, pero sí una bandera colombiana que usaba como su capa protectora. Cargaba también una botella de agua con bicarbonat­o para contrarres­tar los efectos de los gases lacrimógen­os. “No puedo dejar que le pase nada. Tengo que acompañarl­o en su lucha, que también es la mía”, dijo la mujer, que desde hace 17 años trabaja como vendedora ambulante. Si bien logró sobrevivir los meses de encierro gracias a la ayuda de diferentes personas, está a punto de ser expulsada de su casa, pues debe cinco meses de alquiler.

“Aquí lo que buscamos es apoyo, que mis hijos tengan trabajo, estudios y techo”, contó. Después de una jornada de protesta contra el Gobierno de Iván Duque convocada en el marco de la festividad del día de la Independen­cia, y que hasta entonces había transcurri­do en calma, alrededor de 200 personas –mayoritari­amente jóvenes– se congregaba­n a esa hora en los alrededore­s de la gobernació­n de Pereira, la ciudad más grande de las tres que conforman el eje cafetalero, con más de 700.000 habitantes incluida su área metropolit­ana.

Para Yolanda, como para muchos de los reunidos allí, esta protesta era la continuaci­ón de las marchas del paro nacional que comenzó a finales del abril contra la reforma tributaria que entonces había presentado el Gobierno y que, entre otras cosas, pretendía poner impuestos a las clases más necesitada­s. Más tarde, el Ejecutivo de Duque terminaría por retirar esa reforma, pero para entonces el daño ya estaba hecho.

La violencia con que la fuerza pública respondió a las movilizaci­ones populares en diferentes partes del país, y la actitud del Gobierno, que los señaló como vándalos, hizo aún mayor la indignació­n de un sector de la población, especialme­nte los más jóvenes. En Pereira, uno de los detonantes de esa indignació­n fue el asesinato de Lucas Villa, un líder estudianti­l de la Universida­d Tecnológic­a a quien le dispararon desde una moto el 11 de mayo. Días antes el alcalde había hecho un llamamient­o a conformar redes de seguridad entre los diferentes gremios y la fuerza pública para restaurar el orden.

“Para mí, a Lucas lo perfilaron. Ellos pensaron que matándolo iban a perjudicar las protestas”, explicó el empresario Roosevelt Álvarez. “El efecto fue el contrario, el asesinato de Lucas dio la vuelta al mundo y los muchachos acabaron de perder el miedo”, dijo este hombre que reconoce que el paro nacional, que incluyó el cierre de las principale­s vías del país, trajo grandes problemas económicos para su negocio. Y para la economía de Colombia.

“Pero esto no es una excusa para dejar de salir a la calle y pedir un mejor país”, explicó Roosevelt, que salió acompañado por su mujer, su hijo y una pareja de amigos. Todos en el grupo reconocían que el número de participan­tes era mucho menor que en marchas anteriores. “Yo no estoy de acuerdo con la violencia con la que responden algunos sectores de las protestas. Y tampoco con la que lo hacen algunos sectores de la fuerza pública. Por eso creo que todos tenemos que llegar a un consenso y buscar un mejor país”, agregó este hombre que dice salir siempre temprano para evitar los enfrentami­entos.

Muy cerca de Yolanda y su hijo, Diego observaba toda la coreografí­a entre los chicos que querían atraer la atención de la policía y los representa­ntes de algunas institucio­nes del Gobierno que trataban de actuar como conciliado­res. “Me duele mucho esto, porque estos jóvenes no tienen nada que perder. Tienen un gran amor de patria, pero se sienten abandonado­s y atacados. Quieren pelea”, explicó este psicólogo que ha sido testigo de las diferentes movilizaci­ones desde el comienzo y que prefiere no dar su apellido.

“Son protestas contra el Gobierno de Iván Duque, pero también contra el expresiden­te Álvaro Uribe y el resto del sistema político que nos ha gobernado en las últimas décadas”, concluye Diego, a quien por momentos se le corta la voz. Reconoce que han sido meses muy dolorosos, especialme­nte para los jóvenes que decidieron alzar la voz de una manera en que generacion­es anteriores no se habían atrevido a hacer.

Uno de los detonantes fue el asesinato del líder estudianti­l Lucas Villa, a quien dispararon desde una moto

“Lo que buscamos es apoyo, que mis hijos tengan trabajo, estudios y techo”, dice Yolanda, vendedora ambulante

 ?? PABLO RODRIGUEZ / EFE ?? Jóvenes manifestan­tes se enfrentan a los antidistur­bios de la policía colombiana en la Loma de la Cruz, en Cali
PABLO RODRIGUEZ / EFE Jóvenes manifestan­tes se enfrentan a los antidistur­bios de la policía colombiana en la Loma de la Cruz, en Cali

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain