La Vanguardia

¿Algo que declarar? Rocas lunares

La tripulació­n del Apollo 11 rellenó un formulario de aduana al regresar a EE.UU.

- JAVIER DE LA SOTILLA Barcelona

Origen: la Luna. Destino: Honolulu. Como cualquier viajero internacio­nal, los integrante­s de la misión Apollo 11 firmaron un formulario de declaració­n de aduana al volver de su inédita hazaña en el espacio. A declarar: polvo, rocas y muestras diversas de la Luna. En concreto, un cargamento de 22 kilos, un peculiar souvenir que sirvió a la ciencia para reescribir el origen y la evolución del satélite, así como el de nuestro planeta.

Fecha: 24 de julio de 1969. En los últimos estadios de la guerra fría, con este hito, Estados Unidos reflejaba ante el mundo su supremacía ante la Unión Soviética, declarándo­se vencedor en la disputada carrera espacial, tras un alunizaje televisado para más de 700 millones de personas. Firmado: Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins. Tres astronauta­s que protagoniz­aron uno de los momentos más memorables de la historia de la humanidad.

Este curioso documento histórico se hizo público en el 2009, tras años de rumores sobre su existencia, cuando la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos lo colgó en su página web para conmemorar el 40 aniversari­o de la misión espacial. Y aunque el formulario es auténtico, fuentes de la NASA han confirmado en varias ocasiones que fue rellenado en broma, como un gesto simbólico, pues en ningún momento se pisó otro país que no fuera Estados Unidos. La misión despegó el 16 de julio en el complejo de Cabo Kennedy, Florida, y tardó cuatro días en llegar a la Luna, donde hizo una escala de 21 horas y media, para amerizar el 24 de julio en medio del Pacífico, cerca de la capital hawaiana de Honolulu.

Nada más posarse en las aguas de Hawái, antes de abrir la escotilla, los tripulante­s del Apollo tuvieron que vestirse con monos especiales y mascarilla­s. Después los recogió un helicópter­o, que los llevó a un módulo hermético en el portaavion­es Hornet, donde se sometieron a una estricta cuarentena de tres semanas. “Cualquier otra condición a bordo que pueda conducir a la propagació­n de la enfermedad: por determinar”, reza el formulario de aduanas. En 1969, la Luna era un ente enigmático. La existencia de gérmenes que pudieran contaminar la Tierra era una posibilida­d que tener en cuenta. Toda precaución era poca ante este salto al vacío que supuso la primera visita humana al satélite. Entre 1969 y 1972 hubo otros seis viajes tripulados a la Luna, en los que se recolectar­on más de 380 kilos de polvo y roca lunar. En una de esas misiones, la del Apollo 13, una explosión del tanque de combustibl­e hizo imposible el alunizaje y puso en riesgo la vida de los tripulante­s, que pudieron regresar a la Tierra sanos y salvos. La última persona en pisar la Luna, de las doce que lo hicieron en esos tres años, fue Gene Cernan, del Apollo 17. Al regreso de la nave el 14 de diciembre de 1972, el presidente estadounid­ense, Richard Nixon, declaró: “Puede que esta sea la última vez en este siglo que un hombre camine sobre la Luna”.

Y así fue. Medio siglo después, ningún otro ser humano ha realizado este costoso trayecto. La carrera espacial continúa, aunque con distintos actores. El programa espacial chino es buena prueba de ello: su presupuest­o aumentó un 300% entre el 2000 y el 2020, y aunque está todavía lejos del estadounid­ense, sus ambiciones auguran un interesant­e duelo espacial en las próximas décadas. Entre otras misiones exitosas, el gigante asiático ha enviado robots a la Luna y Marte, y ha construido una estación espacial, en la que aspira a tener personas de manera permanente.

La iniciativa privada también se ha sumado ferozmente a la competició­n, con proyectos como Blue Origin, Virgin Galactic y Spacex, de la mano de tres emprendedo­res multimillo­narios, Jeff Bezos, Richard Branson

La declaració­n de aduana es auténtica, pero sin efecto, fue firmada con humor y de manera simbólica

y Elon Musk. El martes, Bezos, el hombre más rico del planeta, fundador de Amazon y propietari­o del diario The Washington Post, se subió a bordo del cohete New Shepard y completó un vuelo suborbital de 10 minutos. En la posterior rueda de prensa, declaró que había dado “el primer paso de algo grande”, a lo que añadió: “Vamos a construir una carretera hacia el espacio para nuestros hijos y sus hijos”. ●

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