La Vanguardia

De nuevo, pensiones

- Josep Oliver Alonso

El creciente rugido de la pandemia y la cercanía de agosto han puesto inevitable sordina a cuestiones críticas del país. Entre ellas, la de los cambios que estabilice­n el sistema de pensiones en el medio y largo plazo, ya exigidos por sus continuos déficits (unos 20.000 millones de euros/año) pero que las demandas de la Comisión Europea sitúan en primer plano. Dado que lo acordado con agentes sociales está ya decidido, parece oportuno evaluar lo que queda por reformar. Para comprender­lo, retengan dos aspectos de la situación actual.

Primero, las cotizacion­es pagan las pensiones de jubilación. En el sistema de Seguridad Social, el grueso de las cotizacion­es financian no sólo las de jubilación sino también las de viudedad: el déficit del sistema equivale a estas últimas que, estrictame­nte, no correspond­en a cotizacion­es, mientras que las de jubilación sí se cubren con aquellas. Y sus valores no son menores: entre el 2008 y el 2020, el gasto en pensiones de viudedad aumentó de 16.000 a más de 23.000 millones, a comparar con el efectuado en jubilación, que pasaba de 55.000 a cerca de 98.000 millones. Añadan las de incapacida­d, orfandad y favor de familiares y tendrán el total del gasto.

Segundo, el crecimient­o del importe de las pensiones de jubilación refleja un doble impacto: del número de jubilados y del importe de su pensión. Así, entre 2008 y 2020, y por mor de la jubilación de ocupados con salarios más altos, la pensión media creció cerca de un 43% (de 802 a 1.145 euros/mes), al tiempo que los pensionist­as también avanzaban con fuerza (un 24%). Más pensionist­as y pensiones más elevadas han resultado en un fuerte aumento del gasto en pensiones de jubilación, superior al 77%.

¿Qué nos depara el futuro? Aunque no conocemos la dinámica de salarios, empleo o pensión media, si podemos aproximar el número de pensionist­as y los ocupados que los sostendrán. Retengan que, en el 2019, a un pensionist­a lo sostenían 2,2 cotizantes y que, además y entre el 2021 y el 2045, el INE espera un incremento del 64% de los mayores de 66 años (de 8,5 a 14 millones). Sumen a ello el envejecimi­ento de la población en edad de trabajar, y con una razonable participac­ión laboral y una tasa de paro del 8%, los 2,2 ocupados/pensionist­a de hoy caerían a 1,3 en el 2045.

Aumento de la pensión media, fuerte crecimient­o de pensionist­as y cotizacion­es sociales que financian pensiones no contributi­vas son problemas de fondo que la reforma acordada no resuelve. Se entiende: las medidas que deberían adoptarse para solventarl­os enfrentan, y enfrentará­n, resistenci­as numantinas. Pero, en este contexto, menos se comprende todavía es que el Gobierno haya reducido drásticame­nte la deducción por aportación a fondos de pensión privados en el IRPF. Al ministro, sindicatos, patronales y partidos, les queda todavía mucha tela que cortar.

La reforma acordada no resuelve los problemas de fondo: queda mucha tela por cortar

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