¡Que vivan los JJ.OO.!

El deporte de élite es básicamente un gran negocio que mueve miles de millones. Es un hecho constatable, que puede ser criticado por muchos y alabado por algunos otros que valoran la riqueza –puestos de trabajo incluidos– que genera. Pero es evidente que una cosa son los valores y la ética del deporte y otra, bien diferente, es el puro interés mercantilista. La celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio, que se inauguraron ayer en una ceremonia lógicamente austera por culpa del coronavirus, supone el triunfo de la conveniencia económica por encima de cualquier otra consideración.

Si el Gobierno japonés pudiera escoger entre hacerlos o no, seguramente se dejaría llevar por apoyar a esa mayoría de ciudadanos nipones que están radicalmente en contra por miedo a que se disparen los casos de covid en el país. Pero no es libre de hacerlo porque la cancelación de los Juegos tendría unos efectos económicos devastadores para la organización. No hay otra alternativa que celebrarlos pese al desgaste que le puede acarrear al Gobierno del primer ministro Yoshihide Suga.

Los deportistas, por el contrario, con o sin público, desean competir y que su nombre aparezca en la historia del olimpismo. No les importa arriesgar su salud para ello porque el objetivo de participar en los Juegos culmina toda una trayectoria. Es normal. Como decíamos ayer en nuestro editorial, the show must go on, aunque sea con las gradas vacías y los atletas viviendo en una burbuja artificial para evitar los contactos.

Y si el coronavirus no causa más bajas entre la familia olímpica, una vez ya han empezado las competiciones, todas las polémicas y las dudas quedarán atrás porque llega la hora del gran espectáculo deportivo. Como ha hecho este diario a lo largo de su historia, La Vanguardia no dejará de estar en primera línea para informar a sus lectores sobre los aspectos deportivos y también sobre lo que sucede en un Tokio amenazado por el virus. Juan Bautista Martínez acudirá a sus sextos Juegos junto a Sergio Heredia, que vivirá sus quintos.

A partir de ahora toca dejarse llevar por la magia del deporte y sus protagonistas. Ojalá la covid no se cargue el espectáculo.