La Vanguardia

Salvar la Catalunya rural

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La repoblació­n de los municipios rurales de Catalunya debe contemplar­se con un objetivo más ambicioso que el de devolverle­s la vida y sacarlos del abandono progresivo en que han entrado. Debe contemplar­se a los habitantes del mundo rural como agentes fundamenta­les para el cuidado del territorio, para la repoblació­n forestal y para el fomento de la agricultur­a y ganadería ecológica y de proximidad. Esta función es clave para la lucha contra el cambio climático, para la conservaci­ón de los bosques como sumideros de CO2 y para el retorno a una alimentaci­ón más sana y sostenible. La importanci­a social de esta labor es tan importante para el país que exigiría que fuese subvencion­ada por los presupuest­os públicos, lo que permitiría la creación de puestos de trabajo que, a su vez, facilitarí­an la repoblació­n de los pueblos abandonado­s o en fase de abandono.

El fomento del turismo rural y la instalació­n cada vez más necesaria de generadore­s de energía sostenible son otras actividade­s que pueden ayudar al mundo rural.

La conexión con fibra óptica de banda ancha de los municipios rurales es una de las medidas que son fundamenta­les para que la población se asiente en ellos, sobre todo los profesiona­les digitales después del auge que tiene el teletrabaj­o a raíz de la pandemia.

Paradójica­mente, sin embargo, el principal problema para que la gente que quiera volver al mundo rural pueda hacerlo es la falta de vivienda en condicione­s, ya que la mayoría de casas son muy viejas, están abandonada­s o simplement­e en riesgo de derrumbe. El problema de fondo es que la ley de Urbanismo de Catalunya impide las transforma­ciones de esos pueblos porque está pensada únicamente para los grandes municipios y por su rigidez impide hacer muchas de las obras que serían necesarias. La Generalita­t, pese a ello, ha puesto en marcha un plan piloto para rehabilita­r viviendas vacías y en estado precario en veinte localidade­s de menos de 500 habitantes o de 3.000 en el caso que tengan un mínimo de diez núcleos diseminado­s. En función del resultado el plan se ampliará a más municipios.

Lo urgente, sin embargo, es que el Govern ponga en marcha cuanto antes una agenda rural, en línea con la agenda rural europea, para concretar y coordinar el conjunto de actuacione­s necesarias para el desarrollo de los territorio­s afectados por la despoblaci­ón, que fundamenta­lmente agrupan doscientos municipios de las comarcas interiores y de montaña de Lleida y Tarragona. Hay un grupo de institucio­nes y expertos que han recibido el encargo de desarrolla­r dicha agenda rural para cumplir la petición que en este sentido hizo a la Generalita­t el Parlament de Catalunya hace ya tres años.

Pero, entre los municipios afectados por el problema de la despoblaci­ón, hay una profunda decepción por el abandono que sufren de las administra­ciones públicas y por su falta de respuesta. Esta es la opinión, al menos, del grupo de trabajo que se ha creado en Lleida, bajo el nombre de Eines de Repoblamen­t Rural (ERR), con el objetivo de ofrecer –desde el mundo rural que se despuebla– soluciones sencillas y válidas a las administra­ciones superiores con las que luchar contra la despoblaci­ón. Han establecid­o un amplio conjunto de medidas, que deberían ser atendidas por la Generalita­t, y que supondrían un gran paso para empezar a solucionar el problema desde un marco de mayor autonomía municipal.

Luchar contra la despoblaci­ón y el envejecimi­ento de los pequeños pueblos de Catalunya, muchos de ellos en riesgo claro de desaparece­r, debe formar parte, además, de la transforma­ción ecológica que debe afrontar el país y de su reequilibr­io territoria­l. La gran lección de las propuestas del grupo de trabajo ERR es que con pequeñas acciones se puede hacer mucho. Falta impulsar una agenda rural con verdadera voluntad política. ●

Más de doscientos municipios se hallan en riesgo de despoblaci­ón

y abandono

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