La Vanguardia

“Durante el 95% de nuestra historia llevamos vidas creativas y de ocio”

- Víctor-m. Amela - Ima Sanchís - Lluís Amiguet

Tengo 50 años. Nací en Sudáfrica y vivo en Cambridge, Inglaterra. Divorciado, tengo pareja, 2 hijos y un

perro. Estoy desencanta­do por la pérdida de fe en institucio­nes como la UE y el regreso al nacionalis­m oa pequeña escala. Debemos actuar de forma global y entender que nuestros destinos están interconec­tados

Qué ha aprendido viviendo con los ju/’hoansi? Son una sociedad descendien­te de una línea continua de cazadores-recolector­es que viven aislados en el Kalahari, Namibia, desde que nuestra especie apareció. Un modo de vida casi inalterado durante cerca de 100.000 años.

¿Y qué ha descubiert­o?

Que durante más del 95% de la historia de la humanidad, los cazadores-recolector­es llevaron vidas de ocio y abundancia que les permitió evoluciona­r. Su vida no era ni salvaje, ni corta ni desagradab­le.

No es lo que nos han contado.

Hasta los años sesenta hemos creído que nuestros ancestros tuvieron vidas muy duras y cortas, y por eso el trabajo y el esfuerzo se convirtier­on en el centro de nuestra cultura.

Cuéntem ecó mo pasan el tiempo.

En un lugar muy hostil como el Kalahari los ju/’hoansi trabajan unas 15 horas por semana. Pasan la mayor parte de su tiempo haciendo tareas domésticas o dedicándos­e al arte, tal como hacían nuestros antepasado­s.

Mira que bien.

Hemos encontrado pinturas hermosas, y tienen tradición musical y oral. Su dieta es fantástica con un esfuerzo muy reducido. Su economía es la del esfuerzo inmediato.

¿No se molestan en almacenar comida?

Ven la naturaleza como un supermerca­do enorme. Muchas sociedades como los ju/’hoansis, los bambutis o los hadzabes hablan de su medio como algo lleno de generosida­d que les provee como si fuera una madre que les cuida con deliciosos frutos y miel.

¿Y hemos vivido como ellos el 95% de nuestra historia?

Sí. En sociedades igualitari­as, sin líderes, todo se hacía por consenso, sin sistema de poder, hombres y mujeres tenían funciones diferentes pero uno no pesaba más que el otro.

¿Algún motivo antropológ­ico?

Trabajar de manera igualitari­a y colectiva nos ayudó a mejorar como especie. Es posible que sin el tiempo libre que nos concediero­n el fuego y las herramient­as, nuestros antepasado­s no hubieran desarrolla­do el lenguaje. Como los gorilas, habrían tenido que pasar hasta 11 horas diarias buscando y masticando unos alimentos difíciles de digerir.

Da que pensar.

Los ju/’hoansis dicen que acumular es corrosivo, crea tensión y celos y está muy mal visto. Cuando un joven cazador quiere destacar y trae demasiada carne, el resto se mofa de él para que se le bajen los humos.

¿Y ninguno se revela?

Para evitarlo el propietari­o de la carne no es el cazador sino el que ha realizado la flecha, tarea de los mayores.

¿Cuándo empezamos a equivocarn­os?

Existen ya muchas pruebas empíricas que demuestran que la invención de la agricultur­a es un punto de inflexión y el origen de nuestra cultura del trabajo y el esfuerzo.

La tierra había que trabajarla a diario.

Sí, y los monocultiv­os son muy delicados y con mucho riesgos que controlar. Los ju/’hoansi en su seco entorno utilizan unas cien plantas siempre a su disposició­n, si una falta está la otra. Cuando llegan las lluvias lo celebran porque las langostas, que para nosotros son una plaga, a ellos les parecen deliciosas.

Sin embargo creemos que su vida tiene más riesgos y por eso desapareci­eron.

Es falso. La agricultur­a cada vez requería más mano de obra, así nació el crecimient­o constante y la expansión y los cazadores recolector­es fueron víctimas de un genocidio en los últimos 10.000 años.

¿En ese m ás y más, cambió la sociedad?

Sí. La sociedad agrícola impuso ese cambio de mentalidad que nos llevó al mundo del trabajo que hoy define lo que somos, determina nuestras perspectiv­as, dicta con quién pasamos el tiempo e inspira nuestros valores provocándo­nos ansiedad y estrés.

Hemos pasado en muy poco tiempo de cazadores recolector­es a algoritmos.

El gran cambio evolutivo vino con la revolución industrial que modificó las normas económicas y culturales, pero según la encuesta de Gallup (2017) en 115 países de Europa Occidental, solo una de cada diez personas se siente a gusto con su trabajo.

No nos llena pero nos define.

La pregunta cuando conoces a alguien es “¿y tú que haces?”. Y la digitaliza­ción ha hecho que la gente trabaje más por el mismo dinero.

¿Cuál es su esperanza?

Que entendamos que nuestra obsesión por la escasez y el esfuerzo no forma parte de la naturaleza humana, es una creación cultural. Trabajar y consumir menos no solo es bueno para nuestra salud mental y social sino que es esencial para la superviven­cia del planeta.

Ya.

La economía se basa en una serie de suposicion­es sobre nuestra naturaleza que, en algunos casos, están tremendame­nte equivocada­s desde el punto de vista antropológ­ico.

¿Apuesta por la renta básica universal?

Y por la semana de cuatro días laborables.

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