Colas para colocar la toalla en la Costa Brava
Blanes y Begur controlan por segundo año el aforo en sus calas más concurridas para evitar aglomeraciones y garantizar las distancias de seguridad
“¿Oye, y esa cola para qué es?, pregunta un conductor despistado en la carretera que conduce a Cala Bona, en Blanes. “¡Para ir a la playa!”, suelta el último de la fila. Delante tiene a una treintena de bañistas que guardan turno para pisar la arena. El tiempo de espera es muy variable, pero algunos días han llegado a pasar hasta dos horas antes de poder poner la toalla y pegarse el tan deseado chapuzón. Pocos minutos después de las diez del domingo pasado, el jefe de Protección Civil de Blanes, Josep Lluís Pouy, daba la orden, un fin de semana más, de no permitir el acceso de más personas en Cala Bona.
Conocida también con el nombre de Sant Francesc y situada al sur de la Costa Brava, Cala Bona estaba al límite de su capacidad con unas 1.500 personas. Una situación, la de cerrar la playa, que se ha repetido los últimos seis sábados y domingos. Y que ya se vivió hace un año, cuando el Consistorio decidió poner freno a la masificación de este espacio y garantizar la distancia de seguridad entre bañistas en tiempos de covid.
En el centro de la Costa Brava, en Aiguablava, en Begur, se repite la misma escena. Accesos cerrados cuando la cala está llena y largas colas que un fin de semana de verano pueden fácilmente superar las 200 personas y las tres horas de espera. El pasado miércoles a las 9.20 horas en Aiguablava colgaba el cartel de completo. Unos 240 bañistas disfrutaban del sol y el mar y al menos 50 vivían con tedio la espera. Neveras portátiles que se convertían en taburetes improvisados, sillas plegables que se abrían para hacer más descansada la espera y colchonetas y flotadores que surfeaban el cemento y no las olas. Mientras, el controlador de Cruz Roja Carlos Pillieua respondía a todas las dudas y quejas. “¿Cuánto tiempo tenemos de cola?”, preguntaba una madre con un bebé en brazos. Una horita, más o menos, respondía él. La mayoría esperaban… aunque Begur tiene otras playas más extensas y sin control de aforo.
Tanto Cala Bona como Aiguablava están rodeadas de verde. Su presencia en blogs y rankings sobre las mejores calas de la Costa Brava las han popularizado hasta el punto de que si no fuera por el control de aforo y de acceso que han impulsado los respectivos Consistorios en ellas no cabría ni un alfiler. La mayoría de los bañistas son vecinos de Barcelona y el área metropolitana, de vacaciones en la zona o que van y vienen el mismo día. “El objetivo de esta restricción no es otro que recordar que debemos mantener las
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