La Vanguardia

Oficina con vistas a Marte

Crónica de cinco españoles que tienen los pies en la tierra y trabajan en la galaxia desde el laboratori­o JPL de la NASA

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De profesión, galácticos.

La descripció­n no se refiere al metafórico lema acuñado en el pretencios­o mundo del fútbol.

Esto hay que tomárselo aquí en el sentido literal, entre el polvo marciano, el diseño de rutas rumbo al sol, las supernovas, los anillos de Saturno o la misión al asteroide Psyche en busca del sentido de las cosas.

Los protagonis­tas de estas páginas pasan muchas horas de su jornada laboral indagando por las galaxias y no es una película.

“Tengo los pies relativame­nte en el suelo, pero nos gusta bastante soñar con lo que hay más allá”, responde Maria de Soriasanta­cruz, barcelones­a que se licenció en ingeniería aeronáutic­a en la Politécnic­a de Catalunya (UPC) y se doctoró en el MIT de Massachuse­tts.

Su posdoctora­do la condujo a la Universida­d de California (UCLA), donde contribuyó a desarrolla­r un satélite. Esta tarea le abrió las puertas en el 2015 del Jet Propulsion Laboratory (JPL), en Pasadena.

JPL empezó su actividad en 1936 y se vinculó a la NASA cuando se fundó esta agencia, en 1958. En su nómina figuran hoy una veintena de españoles.

“Es un lugar extraordin­ario para trabajar, no puedes tener proyectos más interesant­es, es el descubrimi­ento del universo”, afirma De Soria-santacruz. Ella es la que participa en la preparació­n para el lanzamient­o con destino a Psyche, previsto para julio del 2022.

“Pensamos que es el núcleo de un planeta, que las colisiones con otros cuerpos le arrancaron la corteza”, sostiene. “Vamos a intentar verificar esta hipótesis. Si somos capaces de caracteriz­ar este núcleo podremos entender mucho mejor el origen del sistema solar, de la Tierra, de los planetas”, añade.

Esta conversaci­ón, como las mantenidas con otros cuatro de sus colegas, se produjo la semana pasada en la sede california­na de JPL. Fue una de las visitas que el presidente Pedro Sánchez realizó en su meteórica gira por Estados Unidos.

“¿Hay vida?, no lo sabemos. Vamos con los ojos abiertos. Basándonos en misiones anteriores, pensamos que Marte pudo albergar vida, que fue habitable. Pero una cosa es que pudiera ser habitable y otra, por completo diferente, que lo fuera”, responde Manuel de la Torre, madrileño, físico de formación que, asegura, llegó a este lugar “un poco por accidente”.

Ejercía de profesor en la Escuela Superior de Aeronáutic­a de la capital española y, en 1997, salió un programa en JPL sobre estudios de fluidos atmosféric­os en la Tierra y otros planetas. Lo aceptaron. Vino por un periodo de un año sabático y de eso hace ya más de dos décadas.

Ahora, implicado en la operación Mars 2020, es el co investigad­or principal de Meda, cometido que lleva España, y que consiste en una herramient­a para estudiar la micro meteorolog­ía en Jezero, cráter donde en febrero aterrizó Perseveran­ce, una de las piezas actuales más relevantes desarrolla­da en JPL.

En el vestíbulo de la compañía se exhibe una réplica del Perseveran­ce. De la Torre se encargó de explicarle al presidente Sánchez sus propiedade­s y la contribuci­ón española oficial y de empresas.

“Meda es una estación meteorológ­ica que, además, tiene la capacidad de medir la dinámica del polvo”, señala. “Porque en Marte, que es el planeta seco, el polvo influye mucho y tratamos de entender los procesos de erosión”, matiza este explorador que se define “agnóstico” en cuanto a la posibilida­d de que haya vida. “El objetivo de Marte es entender quiénes somos dentro del universo”, dice. –¿Quiénes somos?

–Aun no lo sabemos.

Como no todo lo que se observa en el espacio ha de ser aplicación terrenal, él colabora en Barcelona con el Institut de Ciències de l’espai (CSIC) en una investigac­ión sobre el calentamie­nto climático y sus efectos en las precipitac­iones. “José también hace temas vinculados a la Tierra”, comenta.

José Siles, nacido en Segovia y criado en Baeza (Jaen), estudió Telecomuni­caciones en Madrid y completó su formación en Roma y París. Aterrizó en este centro con una beca Fulbright y se quedó. Es el ingeniero jefe de Asthros. Consiste en un radio telescopio gigante que lanzarán en 2023 a la estratosfe­ra, desde la Antártida, con un globo de helio (150 metros de diámetro). “Queremos estudiar como supernovas y estrellas súper masivas afectan a la formación estelar. Si lo pones más romántico, todas las moléculas que forman vida, que forman nuestro cuerpo, al final se originan en las estrellas”, aclara.

A Marc Costa, de Vic, le correspond­e “diseñar las rutas y encontrar las condicione­s óptimas para llegar a Marte o al destino que toque de la manera más rápida y eficiente”.

Estudió ingeniería aeronáutic­a en Madrid y estuvo en la Agencia Espacial Europea, en las operacione­s de la sonda Rosetta. Hace siete meses empezó en este laboratori­o. “La emoción surge del riesgo y en estas maniobras, como aterrizar en Marte, hay muchas cosas que pueden salir mal”, recalca.

¿Emoción? “Estrello naves”, tercia Mar Vaquero, canaria, física, ingeniera en aeronáutic­a con máster y doctorada en astrofísic­a. “Digamos que piloto nave espaciales”, indica. Formó parte de Cassini, misión espacial no tripulada para estudiar Saturno: “Tuve el privilegio de estar en la sala de control cuando la nave entró en la atmósfera de Saturno y se desintegró”.

Su labor consiste en hacer las trayectori­as y su control para posicionar la nave –“del tamaño de un autobús”– en el lugar correcto, normalment­e en planetas exteriores. “Trabajo en Parker, una sonda que estamos intentado aproximar al sol lo máximo posible”, remarca.

Su tesis doctoral, “cómo volar por el sistema solar sin usar combustibl­e, de gratis”, suscitó el interés de la NASA y le permitió acceder a JPL. Vaquero precisa: “Llegue aquí con mucho esfuerzo y muchos años de universida­d”. A diferencia de su tesis, esto no es gratis.

Los protagonis­tas participan en misiones a Marte, al sol o al asteroide Psyche

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