Ante el mar de Aiguablava
Las vistas sobre el mar de Aiguablava desde las montañas de Begur son espectaculares, lo cual ha propiciado la construcción en sus faldas de incontables residencias particulares. Una de las más recientes lleva la firma del despacho que encabeza Jordi Garcès y constituye una renovadora aproximación a la tipología de la casa con vistas. Porque no se limita a enmarcar el panorama, sino que lo mete en el interior de la casa y permite disfrutarlo desde casi todos sus rincones.
Esta obra, construida con hormigón muy bien pulido, de tacto sedoso, está organizada como un claustro alrededor de un patio central rectangular. Los muros perimetrales de los cuerpos que dan a norte, sur y oeste son ciegos. Los cerramientos del orientado a este y enfrentado al mar son completamente transparentes. También lo son los de las alas de dormitorios sur y oeste que dan al patio, asimismo con vistas al mar. En dicho patio no se vislumbran otras construcciones costeras, y eso le confiere una rara intimidad: da la impresión de que los colores de la vegetación y el azul del mar y del cielo forman ya parte de esta construcción, y solo de ella.
Esta impresión se subraya y sintetiza en la luminosa ala de acceso a la vivienda, donde en una visual de gran belleza se alinea el interior con la piscina, las copas de algunos pinos, el mar, el horizonte y el cielo: un canto a la transparencia que define esta obra.
Garcès había firmado anteriormente otras viviendas unifamiliares en otros parajes hermosos de la Costa Brava. A menudo, las resolvió yuxtaponiendo dos o tres volúmenes cúbicos. También lo hace en esta de Begur, jugando con la pieza que forma la construcción claustral, y con la destinada, en un nivel superior, también en fachada, a la suite de los propietarios, y con la del garaje, junto a la avenida Puig Montcal, por el que puede accederse a la casa.
Las cubiertas son vegetales, lo que reduce, al menos desde la calle, el impacto visual de esta obra de alto standing y generosa superficie (450 metros cuadrados). En la fachada marina, pese a su transparencia, la importante dimensión de la obra y el uso masivo del hormigón le dan un aire algo infraestructural, inesperado en una casa de vocación hedonista. Pero en ese lugar se hace ya casi imposible dirigir la vista a otro lugar que no sea el mar de Aiguablava.