La Vanguardia

La paradoja de Dressel

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Cada vez que se habla de Mark Spitz se hace referencia a su brillante actuación en los Juegos de Munich 72, donde ganó el oro en las siete pruebas en las que participó. De paso batió el récord del mundo en cada una ellas. En fin, una impecable demostraci­ón de nervio competitiv­o y de fortaleza mental. Era el favorito indiscutib­le y soportó la presión sin pestañear. Suele olvidarse el guantazo que sufrió cuatro años antes, en los JJ.OO. de México. En plan fanfarrón aseguró que ganaría seis medallas de oro. Le quemó la presión y la inquina de varios rivales. Solo consiguió dos victorias, ninguna de ellas en pruebas individual­es. Ganar es mucho más complicado cuando las expectativ­as son exageradas. Otro estadounid­ense, Caeleb Dressel, ha superado ese examen en Tokio.

Dressel no es un arrogante como aquel primer Spitz. Se explica en el agua, y punto. Llegó a Tokio con el peso de la púrpura: 13 títulos de campeón mundial desde el 2017 y su condición de sucesor de Michael Phelps, bola y cadena psicológic­a para cualquiera. Como siempre ocurre en estos casos, derrotar al favorito unánime multiplica el apetito de sus adversario­s, y los de Dressel en Tokio han sido formidable­s.

Tanto el australian­o Kyle Chalmers (100 metros libres) como el húngaro Kristozf Milak (100 metros mariposa) figuran por derecho entre los mejores nadadores de la historia. Son más jóvenes que Dressel y ni mucho menos han escrito el último capítulo de una rivalidad que se presume fascinante en los Juegos de París, en tan solo tres años. Dressel les ha vencido por márgenes estrechísi­mos, hasta el punto de producir una curiosa paradoja. El fenómeno estadounid­ense batió el récord del mundo de 100 mariposa con un registro portentoso (49.45 segundos) y una ventaja de dos décimas de segundo sobre Milak (49.68). Si eso no es un prodigio de carrera, el deporte se ha vuelto loco. Eso parece, a la

Tenía muchos frentes que atender y no ha defraudado

vista de las reacciones a la victoria de Dressel.

Lejos de incidir en su impresiona­nte respuesta a Milak, nadador destinado a romper el récord mundial del norteameri­cano más pronto que tarde, abundan los análisis que le buscan defectos a su actuación. Registró la mejor marca de todos los tiempos, pero no aplastó, como sucedió en los dos últimos Mundiales. No han faltado reproches más o menos disimulado­s.

Una lectura lógica apuntaría en otra dirección. Es el mejor Dressel y el más meritorio, la versión más completa de un campeón que se ha exprimido como nunca para imponerse a dos rivales que no temen mirarle a los ojos.

De un plumazo, Caeleb Dressel (24 años) ha logrado en Tokio sus primeras medallas de oro en pruebas individual­es, ha batido el récord mundial de 100 mariposa, ha derrotado a dos astros de la natación y puede liberarse de las comparacio­nes con Michael Phelps. Tenía muchos frentes que atender y no ha defraudado. Dressel sale de estos Juegos con letras de neón en el cartel de campeones.

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