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Alberto Fernández y Fátima Gálvez firman el primer oro para España

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Ganar un oro olímpico como quien se lleva el mejor premio en una tómbola. Colgarse la mejor medalla como quien acude a la feria y se va con el peluche que más le pirra bajo el brazo. Así se tomaron la final de foso mixto el madrileño Alberto Fernández (38 años) y la andaluza Fátima Gálvez (34). Aplicaron a su estilo el célebre “salir y disfrutar” de Johan Cruyff, pero en el tiro al plato. Después de múltiples intentos de subir al podio olímpico lo consiguier­on ayer para redondear un palmarés que es pura dinamita. Los primeros campeones olímpicos españoles en Tokio venían persiguien­do este título como quien va a cazar y espera a su presa sin desmayo. Tenían la técnica, la clase y el dominio, pero les había fallado un punto de mentalidad ganadora ante el escaparate olímpico.

Todo cambió en el Asaka Shooting Range, a una hora y media del centro de Tokio y que ya se aprovechó en parte en los Juegos de 1964 tras ser un lugar de entrenamie­nto del ejército imperial japonés en la Segunda Guerra Mundial. “Yo no he pasado nervios. Para mí esta competició­n ha sido un juego, llevábamos mucho tiempo preparándo­lo con Fátima, buscando nuestra conexión. Me lo he pasado genial. He trabajado mucho con mi coach, Diego Gutiérrez. Hemos trabajado la parte mental para conseguir venir a una competició­n y hacer que sea un juego, no un sufrimient­o. Aquí he disfrutado con cada plato, me acuerdo de todos. Venimos a divertirno­s, a hacer lo que hacemos cada día”, reflexionó Fernández, tricampeón mundial. “Es lo que dice mi psicóloga Soraida, que no somos un resultado, somos una trayectori­a, y esta trayectori­a nos ha llevado al oro”, le secundó Gálvez.

Antes de la final, Fernández, entre bambalinas, le había comentado al presidente del COE, Alejandro Blanco, que intentara encontrar un sitio para celebrarlo “con un chuletón”. Estaba convencidí­simo del triunfo, aunque hubo que esperar casi hasta el último de los 100 platos que dispararon las dos parejas, la española y la que logró la medalla de plata, formada por los tiradores de San Marino Alessandra Perilli y Gian Marco Berti. Ganaron los españoles por 41-40.

Fue clave la actuación de Fernández. En la calificaci­ón hizo un 75 de 75 y en la final solo falló uno, por los ocho que marró su compañera, entre ellos los tres primeros. “Me ha costado entrar en la final. Hemos perdido tiempo en la espera para entrar en la competició­n y por mi técnica y mi forma de tirar me cuesta mucho visualizar el plato, necesito un tiempo, pero afortunada­mente me he recompuest­o gracias a Alberto”, reconocía Gálvez. Después lo explicó con detalle. “Soy zurda, y mi ojo dominante es el izquierdo, pero tirando soy diestra y tengo que coordinar la apertura del ojo con la llamada del plato, y si no coordino bien por nervios o por lo que sea me cuesta muchísimo ver el plato en la salida. Tengo que localizarl­o en el vuelo”, analizó para los profanos.

Gálvez rozó el podio en Río (cuarta) y en Londres (quinta) mientras que Fernández siempre había rendido muy por debajo de su nivel en los Juegos. Esta ha sido la cuarta participac­ión del madrileño, que decidió contratar a un entrenador de la mente en un deporte en el que es más importante la psicología que la vista (Fernández lleva gafas), aunque no lo parezca. En décimas de segundo han de engatillar un proyectil que viaja a 120 kilómetros por hora y que han de acertar a 76 metros de distancia. Se trata de disparar, dar en la diana y no pensar. Si piensas, malo. Hay que ajustar los automatism­os y no desviarse del objetivo. Requiere máxima concentrac­ión, con todos los cartuchos desparrama­dos por el suelo.

A Fernández se le conoce por ser el tirador de la sonrisa permanente y siempre está dispuesto a pasárselo bien. Comenzó a practicar su deporte de la mano de su padre, Gregorio, tirador y cazador, a los 9 años, y siempre recuerda la primera vez que disparó a un plato. Entre sus principale­s aficiones está la música. Es un apasionado de los Beatles y forma parte de un grupo de música como bajo. Se llaman Los Geiperman y han ido de gira durante más de 70 conciertos. Sobre todo versionan canciones de Los Hombres G como Venecia o Voy

a pasármelo bien. Su mujer también es tiradora.

Aunque con quien formó pareja en Tokio es con Gálvez en el debut de la modalidad mixta. También su progenitor, Pío Luis, aficionado a la caza, fue el encargado de llevarla a disparar sus primeros tiros. Aunque fue porque de niña se obcecó en que quería probarlo tras ver por televisión pruebas de tiro de Barcelona’92. Natural de Baena (Córdoba) aunque residente en Granada, comenzó a andar por los olivares escopeta en mano y también por las ferias de los pueblos. Empezó a correr que su puntería era muy notoria. Enfermera y estudiante de Psicología, Gálvez completa el círculo olímpico con esta medalla. Al final, todo está en la mente.

Para mí esta competició­n ha sido como un juego, me lo he pasado genial”

No somos un resultado, somos una trayectori­a, y esta trayectori­a nos ha llevado al oro”

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JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ
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SERGIO HEREDIA
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Alberto Fernández y Fátima Gálvez, ayer durante la final de foso mixto en el Asaka Shooting Range
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