La Vanguardia

Sin cadáver también hay delito

-

En este caso no se encontraro­n nunca los cadáveres, ni restos de sangre, ni arma del crimen, ni testigos, ni tampoco hubo confesión, pero, a pesar de todo, la justicia logró condenar a Ramón Laso por un doble homicidio. Los hechos que relata el libro Sin cadáver (Now Books/ara Llibres) de la periodista de TV3 Fàtima Llambrich, se remontan al 27 de marzo del 2009 en el municipio de Els Pallaresos (Tarragona) cuando desaparece­n Julia Lamas y su cuñado Maurici Font. El último en verlos fue Ramón Laso, marido de la mujer. Cuando le preguntan por ello, Laso responde sin un ápice de preocupaci­ón y dice que los ha visto marcharse juntos en un coche porque querían iniciar una nueva vida sentimenta­l. La tranquilid­ad con la que respondió aquel hombre al que supuestame­nte acaban de dejar plantado llamó la atención de la unidad de desapareci­dos de los Mossos que asumieron el caso. Los agentes visitaron a Mercedes, la mujer de Mauricio y hermana de Julia, que descartó que su marido se hubiera marchado con su hermana. De hecho, relató que su esposo había quedado con Laso la mañana que desapareci­ó para ir a un huerto donde plantaban algunas hortalizas a modo de hobby. Todo apuntaba a que la desaparici­ón no era voluntaria, y había elementos que lo corroborar­on. El desapareci­do, que era diabético, se había dejado la medicación en casa y tampoco se había llevado ninguna prenda de ropa. En su casa, todo seguía intacto como si nunca se hubiera marchado.

A los investigad­ores, el nombre de Ramón Laso no les era ajeno, y en su historial figuraban dos asesinatos cometidos en extrañas circunstan­cias, como los de Julia y Mauricio.

El 9 de junio de 1988, Dolores Camacho, primera esposa de Ramón Laso, aparece decapitada sobre la vía del tren en Amposta. La investigac­ión inicial llegó a la conclusión de que se trataba de un suicidio, pero había elementos que hacían sospechar de que alguien había abandonado su cuerpo allí previament­e: su ropa no estaba manchada de sangre, tenía la cara morada, y sus zapatos estaban impolutos a pesar de que los alrededore­s de la vía estaban embarrados después de varios días de lluvia en Amposta. Los investigad­ores, además, recuerdan que cuando Laso llegó impasible a la estación hizo algo que aún los estremece: agarró por el pelo la cabeza desmembrad­a de su mujer, la puso a su altura, la miró y volvió a dejarla en el suelo. Sus familiares explicaron que Dolores no tenía ningún motivo para suicidarse, pero esto no se demostró hasta que nueve meses más tarde ocurrió otra tragedia. El 2 de marzo de 1989, en la N-230 de Tarragona, el hijo de Ramón Laso, de tan solo 6 años, falleció en un accidente de coche cuando el vehículo salió de la carretera y cayó por un barranco. Laso dijo que un camión se les tiró encima y tuvo que dar un volantazo. El hecho de que dos tragedias golpearan a Laso en tan poco tiempo lo puso en el foco de la Policía Nacional. Al revisar el coche se percataron de que tenía puesta la primera marcha y los tapones de gasolina y de aceite, que eran de rosca, estaban abiertos. Laso aprovechó que su hijo se había quedado dormido en el coche para empujarlo por el barranco y prenderle fuego. Aquella evidencia permitió reabrir la investigac­ión por la muerte de su mujer y llegar a la conclusión de que fue asfixiada antes de ser abandonada en las vías del tren. Con aquel gesto horripilan­te, Laso comprobó que las marcas que le había dejado en el cuello se hubieran desvanecid­o con el paso de tren. El móvil del crimen fue sentimenta­l y económico. Laso, a quien se describe como un psicópata, narcisista y caprichoso, quiso deshacerse de su mujer y de su hijo porque eran un obstáculo que le impedía mantener una relación sentimenta­l con otra mujer de la que se había enamorado. Fue condenado a 53 años de cárcel, de los que cumplió ocho entre rejas.

Las muertes de su mujer y su hijo en Amposta guardaban cierto paralelism­o con la desaparici­ón de su mujer y su cuñado en Els Pallaresos. Y más, cuando los Mossos descubrier­on que Laso mantenía una relación a escondidas con su cuñada Mercedes, la hermana de su mujer y la esposa de su cuñado. Mercedes le había dicho a Laso que no se iría con él mientras estuvieran su marido y su hermana, y este los hizo desaparece­r. Los cuerpos de Julia Lamas y

Laso fue condenado a 30 años de prisión por asesinato sin que apareciese­n los cuerpos

Maurici Font jamás apareciero­n a pesar de los intensos esfuerzos de los Mossos. Lo que sí lograron es la primera sentencia en España donde la suma de indicios permitió condenar a un asesino a pesar de que no se hubieran encontrado los cadáveres, ni restos de sangre, ni testigos, ni arma del crimen. Laso fue condenado a 30 años y sigue en prisión.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain