La Vanguardia

La era de Dressel

La estrella estadounid­ense cierra su exhibición con otros dos oros y abandonará Tokio con cinco títulos, tantos como Phelps en Río 2016

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Tal y como saltan a la piscina, ya no hay debate.

Caeleb Dressel (24) alarga el subacuátic­o, emerge medio cuerpo más allá de sus rivales y luego bracea sin sacar la cabeza del agua, brazos como molinillos, casi un largo sin respirar, para tocar la llegada en 21s07, a apenas una décima y media del récord del mundo, su cuarto título en Tokio.

Por si alguien lo dudaba, esta es su era: se irá de Tokio con cinco oros.

Los 50 m se nadan antes de la salida, en los entrenamie­ntos. Son pura técnica y manejo de las palancas. Como un mecano, en sus ensayos a salvo de público, el velocista insiste con los corchos de manos y pies. Busca la eficiencia, la forma de desplazars­e sobre el agua, la forma de elevarse, incluso, pues a menor roce menor resistenci­a.

Los mecanismos se adoptan en las sesiones y luego se aplican en la carrera. En los 50 m libre, como en los 100 m del atletismo, ya no hay tiempo para pensar.

Ahora hay que bracear. Dressel no piensa. Empuja. Cuando emerge del agua, a los 15 m de carrera, tope máximo autorizado para el subacuátic­o, los adversario­s asumen su suerte. Dressel les lleva medio cuerpo. Y eso no se remonta así como así.

Resignados, los rivales del fenómeno mantienen la cabeza bajo el agua y apenas respiran en los últimos 10 metros, cuando sienten estallar los pulmones.

Y luego, segundones, felices con los restos, celebran la plata, o el bronce.

Bruno Fratus (32), brasileño como César Cielo –Cielo es el poseedor del récord del mundo desde el 2009, en la era de los bañadores mágicos (20s91)–, rompe a llorar en el podio, e igual que él también lo hace su mujer, también nadadora olímpica, Michelle Lenhardt.

A diferencia de

Fratus, que alarga el momento y saluda a su familia en Brasil a través del vídeomarca­dor, Caeleb Dresel lleva prisa.

Le está esperando el relevo 4x100 estilos.

Su última cita en Tokio.

Y aquí, Caeleb Dressel eleva definititi­cs

vamente a los estadounid­enses, imperial en su posta de la mariposa (se despega del británico James Guy), para dejarle el título al último relevista, Zach Apple. último oro de Dressel en Tokio, el quinto, cierra su exhibición con un nuevo récord del mundo (3m26s78, frente a los 3m27s28 de ese mismo país, del 2009), el segundo que logra en el Aquasel Centre.

Y el mundo de la natación respira aliviado: el ejercicio de Dressel le ha colocado entre los más grandes de la historia de la natación. Ahora, contaremos sus hitos tal y como contamos los hitos de otras leyendas, igual que recordamos que Phelps había cerrado Pekín 2008 con ocho oros (y recogía seis en Atenas 2004 y cinco en Río 2016).

Que Mark Spitz había ganado siete medallas en Munich’72.

Y que Kristin Otto había acaparado seis en Seúl’88 (en la misma edición en la que Matt Biondi se iba hasta cinco títulos).

“Haber recogido títulos mundiales (en 2017 y 2019) era maravillos­o. Pero esta va mucho más allá –contaba Dressel en estos días–. Estos son los Juegos Olímpicos. Un título aquí es otra historia. Me siento muy orgulloso de todo lo que he logrado en estos días. Creo que he exprimido todo mi potencial”.

Hay vida más allá de Phelps.

El velocista de Florida se despide de Tokio con el título de 50 libre y el récord mundial del 4x100 estilos

La natación respira aliviada: el ejercicio de Dressel le ha colocado entre los más grandes de la historia

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Caeleb Dressel, este domingo en Tokio

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