La estela de los indultos

El curso de la historia dictará cómo evoluciona la aspiración de una parte de la sociedad catalana a la secesión. También cómo actuarán los dirigentes políticos que abogan por la independencia, si se repetirán actuaciones como las del 2017 o no. Cuando Pedro Sánchez se disponía a aprobar los indultos a los presos del procés, algunas voces alertaron de que los condenados insistían en que “lo volverían a hacer” y que, por tanto, no procedía la medida de gracia. Lo cierto es que nadie puede garantizar que otros sigan el mismo camino que les llevó a ellos a la prisión. Y también es cierto que el independentismo sigue jugando a la ambigüedad retórica en ese sentido. El presidente, sin embargo, consideró necesario acometer los indultos por motivos no solo de fondo, para encarrilarla política catalana por una senda de normalización, sino también más coyunturales, para favorecer la gobernabilidad durante su mandato. No fueron pocos los que en su propio gabinete le aconsejaron no hacerlo, algunos más en su partido y, por supuesto, gran parte de la oposición encabezada por el Partido Popular.

Nadie dejará de ser independentista en Catalunya porque sean indultados sus líderes políticos, a los que consideran injustamente condenados. En todo caso, un sector favorable a la secesión puede poner en barbecho su activismo si estima que no es el momento propicio o que aún no se dispone de suficiente apoyo para convertir ese objetivo en realidad. Pero lo que está claro es que la sociedad española ha asimilado los indultos con mayor tranquilidad de la que auguraban algunos dirigentes. Si el PP logró recoger cuatro millones de firmas contra el Estatut, ahora no ha llegado al medio millón. Quizá la oposición más morbosa la protagonizó Felipe González, defensor en otro tiempo de los indultos a condenados por el GAL. El veterano expresidente se mostró contrario al perdón en el caso del procés. Durante el homenaje a Alfredo Pérez Rubalcaba, el día antes de que el Consejo de

Ministros aprobara los indultos, González, de forma evidente pero sin citar esa medida, sentenciaba: “Hay algunas decisiones que nos llevan a callejones difíciles y estrechos con salidas complicadas”. No parece que la sociedad española lo haya interpretado igual.