La Vanguardia

Estado Islámico, hostil a los talibanes, amenaza con actuar en la capital

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tas más buscados por Estados Unidos, ha sido nombrado responsabl­e de la seguridad de Kabul. Falta saber si Jalil Haqani se ocupará también de la seguridad en torno al aeropuerto, que en condicione­s normales se encuentra a unos quince minutos de la ciudad.

Ayer por la mañana, un testigo decía a la agencia Reuters que los milicianos estaban haciendo a la gente formar filas ante los accesos al aeródromo para impedir las aglomeraci­ones, eso sí, con sus modales habituales, bastonazos y tiros al aire. Un portavoz decía que tratarían “de mejorar la situación y facilitar una salida tranquila”. Era la primera vez que los talibanes hacían una referencia explícita a lo que viene ocurriendo desde hace, con hoy, ocho días. Horas más tarde, y mucho menos conciliado­r, un destacado líder talibán, Amir Jan Mutaqi, dijo a Afp que el caos “debe cesar lo antes posible” y echó la culpa a los norteameri­canos, que “con todo su poderío, han fracasado en poner orden. Todo el país está en calma, mientras que solo hay caos en el aeropuerto de Kabul”.

La situación del aeropuerto (que ostenta el nombre del expresiden­te Hamid Karzai, reunido ahora día sí y día también con los talibanes) es desde luego excepciona­l. Los estadounid­enses controlan el espacio aéreo, que sigue cerrado para las aerolíneas comerciale­s (salvo en el caso de que las convocadas por Washington para el operativo aterricen también). Desde el momento en que empezó la crisis se emitieron avisos de alerta y estos fueron seguidos por todas las compañías, que evitan no solo Kabul sino incluso sobrevolar Afganistán. Es decir, el aeropuerto se ha convertido en un espacio extraterri­torial, como si ya no pertenecie­ra al país. Los talibanes, cabe entender, aceppaz tan esta situación hasta el 31 de agosto. Fuentes conocedora­s del pulso de la negociació­n decían ayer a La Vanguardia que los talibanes se van a ajustar a esa fecha para la formación de gobierno.

Una excepción en este aeropuerto va a ser pronto la visita del ministro de Exteriores de Pakistán, Shah Mahmud Qureshi, segurament­e para dar el visto bueno a la negociació­n sobre la estructura del llamado Emirato Islámico de Afganistán. Lo primero que se va a abordar, ha trascendid­o, son los marcos “legal, religioso y de Exteriores”.

Los dos primeros serán determinan­tes para saber si los talibanes van a comportars­e como en los años noventa, o con la moderación con que juran y perjuran que lo harán. Porque el son de y fraternida­d que exhiben ahora contrasta con las noticias que van llegando de las provincias. La prohibició­n de la música en Ghazni, por ejemplo; o también los fusilamien­tos de soldados durante su avance en el último mes.

No son pocos los que valoran que por fin hay paz, que se acabaron los bombardeos y que Kabul no ha sufrido un baño de sangre como se temía. Incluso se destaca que la semana anterior a la llegada de los talibanes murieron 65 personas y 296 fueron heridas y ahora solo hay muertos en el aeropuerto. Así de exhausto está este país. La primera mitad de año fue la más mortífera para los civiles desde que la

Se espera la visita del ministro de Exteriores de Pakistán en plena negociació­n de gobierno

ONU se ocupó del recuento en el 2009: 1.659 muertos y 3.254 heridos. La cuenta subirá porque solo cubre los primeros seis meses del año, y a finales de julio las matanzas aumentaron.

Salvo el aeropuerto de Kabul, el resto del país está en paz, decía Amir Jan Mutaqi. No es exactament­e así. Grabacione­s de vídeo muestran aparenteme­nte la marcha de una columna armada talibán en busca de Ahmad Masud. El hijo del León del Panshir se erige en líder de la resistenci­a de los tayikos de Afganistán y dice que no se rendirá nunca a los talibanes pero que quiere negociar. Según Al Arabiya, ayer hubo una reunión en la embajada rusa en la cual los talibanes pidieron a los rusos que medien ante Masud.

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Algunas mujeres vuelven a salir a la calle en Kabul, pero de nuevo con burka

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