¡Liberad a Gershwin!
Marco Mezquida y la Simfònica del Vallès clausuran Torroella con una aplaudida ‘Rhapsody in Blue’ en clave de improvisación jazzística
Gran idea la de la Simfònica del Vallès de invitar al pianista Marco Mezquida en formato trío a interpretar, mano a mano con la orquesta y de manera muy personal, la famosa Rhapsody in Blue de George Gershwin. La pieza, escrita originalmente para banda de jazz y piano y estrenada en 1924 en Nueva York, como parte de un concierto titulado Un experimento de música moderna, ha tentado a no pocos grandes pianistas clásicos y otros tantos jazzmen.
Lang Lang, por ejemplo, la grabó hace un lustro a dos pianos con Herbie Hancock junto a la London Symphony, en una versión a lo sueño americano, con guiños al musical más hollywoodiense. Sin embargo, en España esta es posiblemente la primera vez que se plantea una versión tan libre en el swing y ritmos latin de este himno de todos los tiempos. Y el Festival de Torroella de Montgrí la tenía en primicia anoche, para cerrar su edición número 40.
“Yo me cojo a la palabra rapsodia, que siempre ha tenido un componente de libertad e improvisación”, comentaba Mezquida antes del concierto, otro más que había agotado las localidades en el Espai Ter. “Esta rapsodia de Gershwin quedó escrita y grabada para ser interpretada en el futuro, y nuestra versión es un intento de apertura en determinadas partes de la obra. Es decir, las orquestales se mantienen igual pero en las del piano solo he querido buscar la forma de jugar y reconfigurar los motivos y las armonías. Y llevar algunas partes a trío”.
Los primeros sorprendidos y admirados del resultado eran los propios músicos de la OSV, que tras un único ensayo de dos horas vieron cómo emergían las pinceladas mezquidianas. Ni siquiera había habido ensayo previo con los otros músicos del trío, el batería David Xirgu y el contrabajista Marko Lohikari. Mezquida solo le había pasado a Xirgu un esquema. El maestro Xavier Puig, el titular de la OSV, entendió rápidamente la idea y el concepto de Mezquida. “A nadie de la orquesta le resultó extraña mi propuesta”, decía el pianista. “Es más, al final vino el primer cello emocionado porque había pensado que con Beethoven los ensayos con orquesta debían ser así, tocando, reinterpretando, improvisando”.
Desde luego a la OSV, una formación siempre en busca de intérpretes que disienten y abren puertas para que la clásica se ventile, esta aventura le encaja como anillo al dedo. El 9 de octubre se podrá ver en el Palau de la Música, como parte de Simfònics al Palau.
El éxito de ayer, con el público entusiasta, sirvió para tomarle el pulso a la aventura. La noche había comenzado con la OSV tocando la única pieza de cámara de Gershwin, Lullaby, un ejercicio de cuando estudiaba para ser un compositor de música seria. Por suerte tuvo buenos consejeros que le hicieron ver que su genialidad radicaba en su autenticidad, en esa mezcla de jazz, clásica y música popular... La noche acabó en total contraste de colores con la 4.ª Sinfonía de Chaikovski, cuyo final exultante rubricó la fiesta.
Un entusiasta trío de jazz con contrabajo y batería se incrusta en la orquesta