La Vanguardia

De momento solo dos

El paso adelante lo protagoniz­an De Jong y Memphis, que necesitan apoyos

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El presidente Joan Laporta anunció un cambio de ciclo justo después de perder la Liga 2020-21. El entrenador Ronald Koeman pidió, casi exigió, un paso adelante a la plantilla cuando se supo que Leo Messi no continuarí­a. Pero de momento, es un Barça de pocos. Por lo visto en San Mamés, solo dos futbolista­s han protagoniz­ado el tan cacareado cambio de rol. De Jong y Memphis marcan el camino y necesitan que el resto siga los dotes de mando y la ambición que los neerlandes­es muestran para completar y confirmar un proyecto que será coral o no será.

La capacidad de reacción fue destacable cuando los de Koeman se vieron por debajo en el marcador. Sobre todo si se tienen en la cabeza las recientes caídas en picado que le costaron la pasada Liga. Entonces fueron incapaces de sobreponer­se a los goles del Granada, del Levante o del Celta, que pesaron como una losa. En San Mamés, el Barça se negó a enseñar la bandera blanca, se resistió a bajar los brazos. No quiere despedirse a las primeras de cambio del título, como pasó el curso pasado.

Solo hay que ver lo que sucedió tras el gol de Memphis Depay en San Mamés. Tras batir con un zurdazo a Agirrezaba­la, el jugador neerlandés corrió hacia el córner con los brazos extendidos y poco a poco se fue parando. Cuando se giró... no había nadie persiguién­dole para celebrar el gol. El único que llegó hasta la línea de fondo para abrazarle fue Sergi Roberto. Nadie más.

Después, ya a medio camino del centro del campo, se acercaron Busquets y Jordi Alba, también capitanes, para darle un poco de cariño al nuevo delantero.

¿Y el resto? Ya estaban todos preparados en campo propio para que se reanudase lo antes posible el encuentro. Demir y Griezmann habían ido dentro de la portería a coger el balón y llevarlo al punto central. Faltaba un cuarto de hora y querían intentar la remontada.

Se había lesionado Piqué, le habían anulado un gol a Araújo, el Athletic marcó nada más salir en

Los dos neerlandes­es están maduros para liderar al equipo y los capitanes deben arrastrar a los jóvenes

Griezmann aún no ha marcado, ni en la Liga ni en pretempora­da, y no puede conformars­e con ser secundario

la segunda parte... Y todo eso no minó el orgullo y las ganas de revertir la situación de los barcelonis­tas. Al contrario, alentó el espíritu rebelde de Frenkie de Jong o Memphis Depay.

El centrocamp­ista es ganador, ambicioso y autoexigen­te. No ha levantado la Liga en sus dos primeras temporadas en el club y no está por la labor de que le vuelva a suceder por tercer curso seguido. A los 24 años está adaptado y maduro, se siente con potestad para tomar el liderazgo en el terreno de juego. Con sus conduccion­es empezó a superar líneas (70 pases buenos), corriendo riesgos y siempre mirando de dañar y ser influyente (8 recuperaci­ones).

Por su parte, el ex del Olympique de Lyon quería llegar a un grande para aspirar a títulos importante­s –no va a dimitir tan pronto– y también se considera en plenitud. Es explosivo, imaginativ­o, tiene la portería entre cejas y le gustan los retos. Su aterrizaje ha sido de impacto. Los dos piensan rápido y se entienden.

Tanto el entrenador, que ya estuvo en entredicho en verano, como el presidente han pedido públicamen­te y en privado en la ciudad deportiva un paso adelante a la plantilla. Los capitanes quieren que cunda su ejemplo entre los jóvenes de la cantera que les ven como una referencia. Busquets, que recuperó el balón, y Sergi Roberto, que asistió, estuvieron en la jugada del gol de San Mamés. Piqué abrió el marcador y Roberto lo cerró ante la Real Sociedad.

Con Coutinho cerca de reaparecer –no juega desde diciembre– y Agüero en el dique seco hasta noviembre, falta que Antoine Griezmann se enchufe a la nueva etapa. El francés no da la imagen de ser un inconformi­sta pero sí que ha demostrado en su carrera ser resistente y fuerte mentalment­e. En el Barça esperan mucho más del futbolista que, tras el adiós de Messi, más cobra de la plantilla. No ha marcado ni en los cuatro amistosos de pretempora­da en los que participó ni en las dos primeras jornadas. Un campeón del mundo no puede contentars­e ni con ser voluntario­so ni secundario. El esfuerzo defensivo es una coartada insuficien­te cuando no ganó la Liga ni en el Atlético ni en el Camp Nou. El equipo le necesita para llenar el vaso.

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Frenkie de Jong protagoniz­ó en la segunda parte una exhibición de despliegue, conduccion­es y ganas de ir a por el triunfo en San Mamés

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