Washington moviliza a las compañías aéreas
EE.UU. agiliza la evacuación de Kabul entre avisos de un ataque terrorista
Desesperados por acelerar como sea las evacuaciones de Kabul, el Gobierno de Estados Unidos ha ordenado a seis aerolíneas norteamericanas que colaboren en el esfuerzo. El primer destino de los rescatados son las instalaciones militares que Washington posee en Doha (Qatar), pero estas no dan más de sí para un alojamiento temporal. Los Emiratos Árabes Unidos también aceptan los traslados, pero con una permanencia limitada. Se trata, siempre, de los refugiados afganos. Tras estas escalas, los destinos son la base aérea de Ramstein, en Alemania, y a partir de ahora también las de Morón y Rota, en España.
Pese a la demanda en el seno de la OTAN de prolongar la operación más allá del 31 de agosto si es necesario, el presidente Joe Biden se resiste a cambiar una fecha que fue pactada con los talibanes para la retirada total de las fuerzas extranjeras. Gran Bretaña es quien más ha insistido en alargar el plazo. Y ayer, en medio de esta crisis, el ex primer ministro Tony Blair tachaba de “imbecilidad” la retirada. Precisamente el mismo Blair que se subió al carro de George W.bush para atacar Irak dejando empantanado Afganistán tras desalojar a los talibanes, y ello a pesar de que la necesidad de estabilizar con urgencia este país, algo que contaba con el respaldo no solo de la ONU sino también de Rusia.
La decisión de cambiar la operación tiene que ver no solo con el tiempo sino con otros dos factores. Por un lado, lo que está ocurriendo en los accesos al aeropuerto. El Ministerio británico
de Defensa, cuyos soldados se ocupan como pueden de uno de los grandes portones correderos, comunicó ayer la muerte de siete personas más, presumiblemente sofocadas y aplastadas contra los muros del perímetro. Según la OTAN, en una semana han muerto –dentro y fuera del aeródromo–20 personas. El dato añade un fallecido más a los contabilizados hasta ahora. El portal afgano Pajhwok eleva la cifra a 23.
El otro factor, el más determinante para Washington, es una amenaza potencial de ataque de Estado Islámico en Kabul. EE.UU. advirtió a sus ciudadanos que aún esperan en la capital que no acudan al aeropuerto hasta que se les indique. Lo mismo hizo Alemania. La idea es utilizar helicópteros para recogerlos en puntos de la ciudad, algo que ya se ha experimentado una vez
La corresponsal de la CNN, Clarissa Ward, que fue evacuado el sábado a indicación de los militares de su país, probablemente por esa amenaza terrorista, comentaba al salir que la mayoría de estadounidenses ya había dejado Kabul. Sin embargo, The Washington Post citaba fuentes de Washington según las cuales solo han salido 2.500 de los 10.000 o 15.000 que había hace una semana. El resto de los 17.000 evacuados por EE.UU. son afganos.
Que Estado Islámico emerja en el Kabul ocupado por los talibanes es algo inesperado, pero no raro del todo. Las dos organizaciones yihadistas han guerreado en los últimos años, y el pretendido califato tuvo las de perder. El año pasado disparó algunos cohetes sobre la capital pero hace tiempo que los miembros del EI que todavía quedan no han perpetrado ninguna acción de relieve. Eso sí, han asesinado niños de la minoría hazara por el hecho de ser chiíes y, hace también un año, intentaron asaltar la prisión de Jalalabad.
Muy oportunamente, la Organización para la Cooperación Islámica (antigua Conferencia Islámica), que agrupa 57 países, fue convocada ayer por Arabia Saudí para urgir al “futuro liderazgo afgano” y a la comunidad internacional a impedir que Afganistán vuelva a ser usado como base o refugio de terroristas. Arabia Saudí, que ayudó al triunfo de los talibanes en los años noventa, ha tenido por otro lado buenas palabras para su retorno ahora, con una llamada a la “reconciliación”.
No apoyar a terroristas era justamente la condición que Donald Trump puso a los talibanes para la retirada pactada, a cuyo fin pidió a Pakistán –que accedió sin problema– la excarcelación del mulá Abdul Ghani Baradar. Y ahora, con Baradar, han llegado a Kabul viejos compañeros de viaje de Al Qaeda. Jalil Haqani, uno de los terroris
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