La Vanguardia

Los desafíos internos y externos erosionan al presidente de EE.UU.

Las disputas sobre los planes económicos amenazan la agenda política de Biden

- FERNANDO GARCÍA

A Joe Biden le siguen creciendo los enanos. Su situación empieza a preocupar seriamente a su equipo y a los medios afines o poco adversos. Después de un verano de pesadilla por el desastre en Afganistán, la expansión de la pandemia con la variante delta y las catástrofe­s del huracán Ida y los incendios en el Oeste, el presidente estadounid­ense necesita un triunfo que enderece su mandato. Y lo necesita a tiempo para evitar una sangría en las elecciones de renovación de la Cámaras a medio mandato, en noviembre del 2022.

Biden no lo tiene fácil. A los problemas para frenar la pandemia y la grave crisis migratoria en Texas, con miles de haitianos cuyo hostigamie­nto por las patrulla migratoria ha escandaliz­ado a todo el mundo, se suma ahora una conjunción de desafíos sobre política económica y financiera de gran calado. Se trata de la amenaza de cierre de la Administra­ción por falta de financiaci­ón; de la dificultad para ampliar el límite de la deuda y de la oposición incluso interna a su plan estrella de 3,5 billones para gasto social, ligado a otro de 1 billón para infraestru­cturas.

El inicio de curso se torció enseguida por culpa de la alianza sorpresa con Reino Unido y Australia para dotar a este país de submarinos con los que patrullar el Pacífico y contener a China. El acuerdo creó gran malestar en la Unión Europea y enfureció a Francia. El presidente Emmanuel Macron, quien, al ver como se chafaba el jugoso contrato de venta submarinos que tenía firmado con Australia, llamó a consultas a su embajador en Washington. Ayer, Biden apaciguó los ánimos de Macron, y el embajador francés volverá a su puesto la semana que viene. Sin embargo, nadie duda de que la herida abierta en la relación trasatlánt­ica tardará en curar.

Pero ahora lo urgente para el presidente de EE.UU. es poner paz en casa, sobre todo en lo concernien­te al dinero. Un diario tan poco sensaciona­lista como The New York Times advierte que el país “se encamina a toda velocidad hacia una grave crisis financiera” a causa del enfrentami­ento político que amenaza con cerrar el Gobierno en plena pandemia y puede empujar a Washington “al precipicio” por incumplimi­ento de sus obligacion­es de pago. Y la secretaria del Tesoro, Janet Yellen,

ha avisado de que “el caos resultante” de no pactar una elevación del techo de deuda antes del fin del año fiscal, el 30 de septiembre, causaría “un daño irreparabl­e a la economía nacional y a los mercados financiero­s globales”.

La mayoría demócrata en la Cámara de Representa­ntes sacó adelante el martes un proyecto cuya aprobación definitiva permitiría suspender el límite de la deuda, mantener la financiaci­ón del gobierno hasta primeros de diciembre y proporcion­ar ayuda a la inmigració­n y a los damnificad­os por desastres. Pero el plan requiere la aprobación del Senado, donde precisa en principio de diez votos favorables de los republican­os. Y los republican­os no están por la labor, y quieren utilizar la pugna para torpedear el plan de 3,5 billones sobre el que pivota el grueso de la agenda política de Biden.

Pese al tono casi apocalípti­co de las admonicion­es sobre una crisis de impago de deuda y de cierre de la Administra­ción, y no obstante las amenazas de los republican­os al respecto, el Tesoro y los demócratas barajan posibles maniobras especiales para, al menos, salvar los muebles. Y la sola perspectiv­a del daño que ocasionarí­a un fracaso obliga a todos a buscar salidas.

Pero a medida que los plazos se cierran parece más claro que Biden puede pagar un precio alto para poder salir del entuerto, no sólo por la presión republican­a sino por la oposición de algunos demócratas al proyecto de los 3,5 billones. El coste a pagar para evitar males mayores podría traducirse, mal que le pese al presidente, en una rebaja de sus ambiciosos planes de gastos billonario­s para dar un empujón a la modernizac­ión del país, combatir la desigualda­d en su seno y frenar el cambio climático. Y en esos planes se halla el alma del mandato Biden.

Crecen los avisos casi apocalípti­cos sobre los efectos de la falta de acuerdo para elevar el techo de la deuda

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SARAH SILBIGER / BLOOMBERG Cheque (falso) gigante para denunciar el peligro de la deuda

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