La Vanguardia

El planazo de ERC y Jxcat

- Josep Martí Blanch @Josepmartb­lanch

El matrimonio de convenienc­ia entre ERC y Jxcat que es el Govern de Catalunya ha hecho teóricamen­te las paces. Para demostrar que el mal momento ha pasado y que en la alcoba todo es armonía, se ha presentado el Pla de Govern de la nueva legislatur­a. La portavoz intentó, voluntario­samente, darle al documento en su comparecen­cia el relumbrón político que no tiene, además de utilizarlo como prueba irrefutabl­e de la solidez y cohesión interna que acompaña al Govern en estos momentos. Aleluya. El amor ha vuelto al lecho conyugal tras la pelea en el fango a cuenta de la mesa de negociació­n que protagoniz­aron ambos socios hace una semana.

El plan se ha querido vender como el bebé recién llegado al mundo para demostrar la robustez del matrimonio al que los maldicient­es –periodista­s, tertuliano­s y otras gentes de mal vivir– atribuyen horas bajas. Algo así como ¿alguien piensa que ERC y Jxcat tendrían un hijo llamado Pla si realmente no se quisieran? En realidad, todos sabemos cómo acaban estas historias. Pero es que, además, si estirásemo­s la metáfora hasta el final, el susodicho plan no alcanzaría la categoría de bebé, más bien se quedaría en un muñeco de plástico, como los que regalan los padrinos rácanos a sus ahijados.

El Pla de Govern es una obligación que se autoimpuso el Ejecutivo autonómico en la época del presidente José Montilla. Una buena idea –en el plano teórico– que sirve para fijar objetivos y compromiso­s, junto a los indicadore­s que han de servir para acreditar si finalmente estos se alcanzan o no. En la práctica, el documento ha acabado tradiciona­lmente convertido en un objetivo en sí mismo y en una obsesión de la tecnocraci­a, que se encarga posteriorm­ente de hacer su seguimient­o ante la displicenc­ia de los dirigentes políticos y de sus equipos. Permite, eso sí, que el Govern salve varias ruedas de prensa aparenteme­nte con mucha informació­n. La primera cuando se presenta y, después como comodín, cuando se considera que su grado de cumplimien­to teórico justifica comparecer para sacar pecho. En este sentido, sorprende la renuncia del president, Pere Aragonès, a presentarl­o en primera persona y hacerlo en su lugar a través de la portavoz. De vuelta al bebé, la ausencia de los padres el día que se presenta en sociedad la criatura podría llevarnos a la conclusión de que se trata de un hijo no deseado. Tampoco cuadra mucho con el discurso de la unidad, la cohesión y lo bien que nos llevamos que desde el propio entorno gubernamen­tal los fontaneros acreditado­s abonen, día sí, día también, la tesis de que ya está acreditado que un proyecto político compartido por ERC y Jxcat es imposible en las actuales circunstan­cias posprocesi­stas.

En realidad, a pesar de lo aprobado, el Pla de Govern sigue siendo múltiple, lo que equivale a decir que en realidad no hay plan, como se ha venido observando cada vez que un tema de enjundia aparece en la agenda. Pasa con el aeropuerto, pasa con los Juegos Olímpicos de invierno y pasará con los presupuest­os, cuando al conseller Jaume Giró le toque lidiar con la CUP a campo abierto sin que sean ya suficiente­s las buenas palabras y sin contar con la protección sin condicione­s del president Aragonès.

El único plan real es aguantar para

La portavoz intentó darle al documento el relumbrón político

que no tiene

no perder pie. En el caso de ERC para consolidar el todavía tierno liderazgo de Pere Aragonès –no es gratuito que el interés mayor de sus voceros sea insistir una y otra vez en que por fin en Catalunya manda alguien– y que en paralelo el eje izquierda-derecha gane protagonis­mo en el debate público en detrimento de la estelada, hasta que sea posible abrir nuevos escenarios de gobernabil­idad. El de Jxcat es evitarlo mientras solventa sus cuitas internas. Ya lo ven, un verdadero planazo.

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DAVID ZORRAKINO / EP La portavoz del Govern, Patrícia Plaja
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