Duras críticas a la política migratoria de Biden y rabia en el aeropuerto de Haití
Dimite el enviado de EE.UU. al país caribeño por las “inhumanas” expulsiones
Recién llegado al despacho oval de la Casa Blanca, Joe Biden se refirió el pasado 2 de febrero a sus planes en política migratoria, y declaró con solemnidad: “Mi objetivo es acabar con la vergüenza moral y nacional de la administración anterior”. Ayer, mientras medios de todas las tendencias comparaban su política migratoria justamente con la de su antecesor, Donald Trump, el presidente desayunó con la noticia de la dimisión del enviado especial de Estados Unidos a Haití, Daniel Foote. El diplomático no quería verse “asociado”, dijo, a lo que consideró como “inhumana y contraproducente la decisión de expulsar a miles de refugiados haitianos” de vuelta a su “peligroso país”.
Foote acababa de presenciar como, en el aeropuerto de Puerto Príncipe, decenas de entre los más de 1.400 de haitianos ya deportados por EE.UU. pugnaban por quedarse en el avión o por retornar a él para que los sacaran de allí y los llevaran a otro lugar; incluso para que los devolvieran al enorme y precario campamento que desde hace un par de semanas se construyeron bajo un puente en Del Río (Texas), tras cruzar el río Bravo desde México.
Algunos de los deportados arrojaban zapatos al avión. Otros forcejeaban. Y casi todos gritaban. No querían, bajo ningún concepto, regresar a un país convertido por enésima vez en infierno en la tierra tras el asesinato de su presidente en julio y el terremoto con magnitud 7,2 de agosto. Para muchos, Haití ya no era su casa. Ni siquiera en sentido literal porque perdieron la vivienda en el último seísmo o en aquel en que, en el 2010, acabó con la vida de cientos de miles de personas.
Gran parte de los más de 14.000 inmigrantes que en pocos días acamparon en Texas, bajo el puente que une la población mexicana de Acuña con el municipio estadounidense de Del Río, llevaban años residiendo en distintos países de América Latina de los que hace poco decidieron huir por la pandemia y la falta de oportunidades.
La dimisión de Foote se sumó a numerosas críticas a Biden, desde sus propias filas, por la gestión de
“Esto es peor que lo que vimos en los días de la esclavitud”, lamenta la congresista demócrata Maxine Waters
la crisis de Texas. La última queja fue la de la congresista demócrata Maxine Waters. En alusión a las imágenes que hace días mostraron cómo agentes de la Patrulla Fronteriza a caballo hostigaban a los haitianos en la frontera de Texas, Waters dijo: “Esto es peor que lo que vimos en los días de la esclavitud: cowboys azotando con sus riendas a negros que sólo intentan huir de la violencia en su país”, dijo. Y precisó: No estoy contenta con el Gobierno”. Horas después, el departamento federal de Seguridad Nacional suspendió temporalmente las patrullas a caballo.
Pero el Ejecutivo de Biden, que ya el martes había respaldado la apertura de una investigación sobre la actuación de esos “vaqueros”, defendió ayer su tratamiento de la crisis, juzgó “falsos” los argumentos del enviado Foote al dimitir y subrayó el cumplimiento de las leyes que regulan cuándo un inmigrante sin papeles puede o no quedarse. De hecho, también es cierto que cientos de refugiados procedentes del campamento de Texas, incluidas ante todo las embarazadas, han podido permanecer en el país. Y más de 3.000 estaban en custodia y a la espera de decisión el miércoles. Pero de momento al menos otros 1.400 han vuelto a la fuerza justo al lugar del planeta donde menos querían estar. Aunque sea su propio país.c