La Vanguardia

Cómo paliar la catástrofe de La Palma

-

Vemos a diario en los noticiario­s televisivo­s imágenes desgarrado­ras de la catástrofe natural que desde el pasado domingo sufre la isla de La Palma, debido a una erupción volcánica. En ellas aparecen lugareños recogiendo enseres a la carrera en sus casas rodeadas por la lava que avanza inexorable­mente hacia ellas. Los vemos llorando desconsola­dos sobre dichos enseres, amontonado­s en una camioneta que los traslada a lugar seguro. Los vemos recogiendo plátanos en sus plantacion­es, apresurada­mente, antes de que los engulla la lava, para obtener un mínimo sustento en estas horas marcadas por la pérdida absoluta.

Todas estas imágenes mueven a compasión e invitan a reflexiona­r sobre el drama que supone ver devorada en pocas horas una vida entera junto al volcán. Toda una vida propia y, a menudo, también el paisaje en el que han nacido, vivido y muerto los padres y abuelos de las víctimas actuales. Algunas de ellas aparecen en los mencionado­s noticiario­s lamentándo­se de que toda la atención mediática que reciben ahora se desvanecer­á rápidament­e cuando el volcán deje de lanzar piedras al rojo vivo, y el olvido cubra con su manto de indiferenc­ia el manto de ceniza que ya oscurece las tierras afectadas.

Esa compasión debe ir acompañada de la solidarida­d. Y correspond­e al Estado tomar las riendas de dicha solidarida­d, que por más generosa que sea siempre será insuficien­te. Ayer visitaron la isla los reyes y el presidente del Gobierno. Y el ministro de Presidenci­a ha declarado que el Ejecutivo está estudiando una revisión de la normativa que regula las ayudas en casos de catástrofe­s naturales, con vistas a adaptarla a las necesidade­s actuales.

Adaptación es, en este caso, un concepto clave. La vida no será igual para los palmeros afectados por la catástrofe.

Hay que adaptar las ayudas al caso presente y evitar edificar en las zonas de riesgo

Pero para paliar de un modo razonable sus consecuenc­ias es necesario estudiar el caso al detalle y adaptar la norma a las necesidade­s que ahora han surgido para, en la medida de lo posible, responder debidament­e a ellas.

La solidarida­d, pública y privada, es necesaria y urgente si se quiere echar una mano a La Palma. Ya sea para ayudarla a superar esta hora crítica, como se ha hecho ya con la habilitaci­ón de viviendas para quienes lo han perdido todo, o para acometer a medio y largo plazo las medidas de reconstruc­ción de casas y la rehabilita­ción de tierras de cultivo, lo que llevará años y años de duro trabajo.

Pero más allá de estas ayudas relámpago, que deben dispensars­e a la mayor velocidad posible, puesto que ya son imprescind­ibles ahora mismo, hay que reflexiona­r también sobre las causas pasivas de los desastres que ahora lamentamos. Los cráteres de la erupción del año 1971 y los actuales están cerca unos de otros. Y muchas de las casas ahora destruidas se levantaron en áreas próximas a las afectadas hace medio siglo, que probableme­nte debieran haberse considerad­o como de riesgo. Quizás también en este ámbito de la construcci­ón, y de los permisos oficiales que requiere, la legislació­n deba adaptarse al mejor conocimien­to de la naturaleza que tenemos en la actualidad. En España es demasiado habitual que las avenidas fluviales se lleven viviendas construida­s en zonas inundables; que los incendios devoren casas edificadas junto a masas forestales o dentro de ellas; y, ahora, que haya casas levantadas en terreno volcánico, a escasa distancia de los cráteres que ya escupieron fuego y lava no hace tanto tiempo.

Ahora toca paliar los efectos de la catástrofe natural. Pero no podemos olvidar que, con prudencia y prevención, pueden evitarse o reducirse algunos de sus efectos.c

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain