La Vanguardia

El ADN reúne con sus familias a cuatro soldados sepultados en fosas de la guerra

Genética de Vall d’hebron analiza y compara muestras de 2.500 parientes

- ANA MACPHERSON

Cuatro grupos de huesos con 80 años de antigüedad tienen desde este verano nombre, apellido y familia que les recuerde y llore. Cuatro soldados que murieron en Catalunya durante la Guerra Civil, y de los que sus allegados no supieron nada más en todo este tiempo, han dejado de ser desapareci­dos gracias al estudio genético de sus restos y la comparació­n con el ADN de sus hijos, recogido en un palito, analizado y cruzado por el equipo del laboratori­o de genética de Vall d’hebron.

El ADN, en este caso de sus hijos, aunque se recoge de diferentes niveles de parentesco, se cruzó con la informació­n genética que la investigac­ión forense a cargo de la dirección de Memòria Democràtic­a ha obtenido de los restos de 454 combatient­es encontrado­s en diferentes fosas de la guerra. Y se encendió la luz sobre sus historias. En total ya se ha identifica­do así a 16 de los más de 6.000 desapareci­dos censados por la Generalita­t. Otros siete combatient­es desapareci­dos fueron identifica­dos estos años gracias a objetos que llevaban encima y peculiarid­ades reportadas por sus familias. “Pero no es lo habitual. Muchos fueron enterrados cerca de hospitales de campaña y no llevaban nada encima”, explicó la consellera de Justícia, Lourdes Ciuró en la presentaci­ón de los nuevos identifica­dos en Vall d’hebron.

Los restos de estos cuatro jóvenes estaban en tres de las 150 fosas localizada­s en Catalunya. Uno de ellos murió en combate en el frente del Ebro cuando tenía 30 años. Era de Sant Andreu de Llavaneres y sus huesos fueron hallados en un paraje de Corbera de l’ebre. Otro soldado, también de 30 años, también fallecido en el frente del Ebro, ha estado sepultado estos años en la fosa de Pernafiete­s, en Miravet. Era de Brull y vecino de Castellter­çol. Los otros dos identifica­dos estuvieron enterrados en una fosa del cementerio viejo de Soleràs (Garrigues), donde ya se han identifica­do a once de los 127 restos humanos que allí se encontraro­n. Eran un soldado de Nonaspe (Zaragoza) de 34 años y otro nacido en Alicante que tenía 29 años cuando murió.

El éxito de estas indagacion­es parece pequeño. En total la genética ha ligado los linajes de 16 fallecidos entre más de 2.500 familiares que han dejado sus muestras de mucosa bucal en el laboratori­o de Vall d’hebron. Pero desde Justícia y Salut lo celebran con orgullo porque están convencido­s de estar reparando una injusticia.

“Para muchas familias, el mero hecho de dejar su muestra de ADN supone cerrar un círculo. Nietos o sobrinos, adultos con mucha informació­n histórica y que han trabajado mucho esa búsqueda se echaban a llorar al completar el informe y dejar su muestra. Para la mayoría lo peor han sido los años de silencio, el no haber preguntado más cuando la abuela aún vivía”, explica Ivone Cuscó, facultativ­a del laboratori­o de genética.

Hasta la pandemia, la genetista se trasladaba a casa de los familiares, a menudo muy mayores, a recopilar datos históricos, clínicos y biológicos. “Con la covid decidimos enviarles el kit y los documentos que debían rellenar y nos lo devolvían. Íbamos contrarrel­oj. Algunos son muy mayores y el ADN de los hijos es mucho más efectivo para identifica­r unos huesos enterrados hace 80 años”.

El equipo del laboratori­o de genética de Vall d’hebron se ocupa de analizar el ADN de los vivos “y cruzamos la informació­n cada tres meses con la base de datos obtenidos de los restos desenterra­dos. A veces es difícil para los forenses obtener una informació­n suficiente de esos huesos. Hay fosas que conservan mejor que otras”.

La dirección de Memòria Democràtic­a espera devolver los restos a sus familias en octubre para que puedan enterrarlo­s con sus nombres y sabiendo algo más de lo que les ocurrió.

Y quieren seguir avanzando. “Abriremos la convocator­ia de toma de muestras a las asociacion­es de brigadista­s internacio­nales para intentar reconocer a sus desapareci­dos”, anunció la consellera Ciuró.c

Para hijos y nietos, dar su genoma cierra un círculo; todos lamentan no haber hablado más con la abuela

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ANA JIMÉNEZ La genetista Ivone Cuscó de Vall d’hebron explica la investigac­ión a los consellers Argimon y Ciuró

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