Trece minutos de emociones contenidas
Se hizo corto. Casi como un suspiro. Y extraño. Había tantas ganas, tanta morriña, que trece minutos de castells pasaron muy rápido, como escurridizos. Santa Tecla trajo ayer de vuelta los castells a la plaza de la Font, en uno de sus escenarios históricos, después de dos años en blanco por culpa de la pandemia. Primera actuación castellera conjunta en Catalunya con más de 500 castellers y castelleres, tantos como espectadores sentados en la plaza, coronando castells de seis y siete pisos. Hasta ayer en actuaciones corales tan solo se habían podido levantar pilars, en Valls (Sant Joan) y en Tarragona (Sant Magí). Las restricciones sanitarias habían impedido ir a más, para disgusto de las colles.
El protocolo aprobado por el Procicat hace diez días permite actuaciones como la de esta Santa Tecla, con construcciones con un tope de 160 castellers; con mascarilla; con la pauta de vacunación o una PCR negativa, y la canalla con un test de antígenos; el público en un espacio delimitado y ni los espectadores ni los castellers pueden mezclarse. Hay más normas. Con tantos condicionantes, es imposible aspirar por ahora a vivir una diada castellera que se asemeje a las de antes de la pandemia. Se evidenció en esta primera diada castellera exprés, de emociones contenidas. Se hizo difícil la conexión entre los castellers y el público, con 535 personas sentadas en mesas, en la distancia. Si algo convierte en excepcional el fet casteller, patrimonio inmaterial de la humanidad, es la explosión que se vive en las plazas cuando una colla logra superar sus límites. El piel a piel de castellers y castelleres, con cientos de camisas mezclándose entre cientos de espectadores, todos apretujados, sintiéndose el aliento. En un mismo barco. Pero todo esto queda lejos. El ensayo de ayer, bautizado como “acción castellera” por los organizadores, sirvió para que las cuatro colles de Tarragona (Xiquets, Jove, Castellers de Sant Pere i Sant Pau y Xiquets del Serrallo) se volvieran a sentir castellers en una plaza. Que no es poco. Un paso trascendente para la deseada represa castellera en toda Catalunya. Se echaron en falta, como era de esperar, la euforia y la adrenalina que se desataban en cada Santa Tecla cuando los castells, como la vida, eran mucho más normales. / Esteve Giralt
Se echaron en falta la euforia y la adrenalina, pero los castellers volvieron a sentirse castellers