Mestizaje y ritmos de ahora mismo
El Moll de la Fusta acogió algunas de las propuestas del BAM en el primer día de la Mercè
La música vuelve a las calles, plazas y espacios de la ciudad de la mano de las fiestas de la Mercè que, sin embargo, aún se rige por criterios pandémicos. Tras la compleja edición del pasado año, los carteles de Música Mercè y del BAM (éste, con un nuevo equipo director, que ya se percibe) han aprovechado de alguna manera estos tiempos excepcionales para ir un paso adelante en su acercamiento a la ciudadanía y al aficionado con propuestas musicales que siguen evitando lo obvio y el mainstream.
Más de un centenar de bandas y artistas ocuparán hasta el domingo una docena de ubicaciones barcelonesas, entre las que se encuentran un recuperado Moll de la Fusta. Una privilegiada ubicación que en esta ocasión cuenta con dos escenarios diferentes, y cada espacio dispone de más de 500 sillas, que ayer costaron bastante en ocuparse.
Con la gente sentada y con las entradas reservadas con antelación para los todos los conciertos de ese día de ese escenario –que ya veremos si ha sido una buena decisión– en el escenario ubicado en la vertiente Besòs (de hecho, pegado espalda con espalda al que mira hacia el Llobregat), la tripleta de actuaciones estuvo protagonizada cronológicamente por Sandra Montfort, Ed Maverick y el trío Cariño. La cantante y guitarrista valenciana desgranó algunos temas de su bastante reciente álbum Niño reptil ángel, en donde cohabitan el halo poético, la electrónica y una visión actual de la tradición. Lo hizo ante unas pocas decenas de espectadores.
Algún nexo en común tenía con lo que propuso dos hora más tarde en el mismo tablado el cantautor mexicano Ed Maverick. Aunque asentado en una fama de base viral a raíz de su single Fuentes de Ortiz –con el que cerró su hora de calmosa actuación–, Maverick demostró por qué está considerado una de las voces más a tener en cuenta de la actual canción de su país (y aquí C.tangana le ha echado una mano). A caballo de canciones de temática indefectiblemente amorosa pero sin tópicos de su tierra , el cantautor propuso un reconfortante encuentro de sólidas melodías impregnadas de unas vestimentas sonoras densas , emotivas. Además de unos cuantos centenares de aficionados sentados, había una numerosa y entusiasta peña al otro lado del recinto.
Entre las dos anteriores propuestas anteriores, en el otro escenario
El mexicano Ed Maverick o los ritmos urbanos de Le Diouck y Paranoid 1966 ilustran por dónde va el BAM
aterrizó el singular músico Le Diouck, en donde se dan la mano lo parisino y lo senegalés en su sentido más amplio. Dotado de un simpático dominio de lo escénico, el también ocasional modelo rapeó un repertorio interpretado en francés, inglés y su materno wolof, sonorizadas por un productor desde su mesa de mezclas. No muchas decenas de incondicionales siguieron su sesión.
Tras él tenía que haber ocupado el escenario del Llobregat el cantante marroquí Issam, cuya ausencia anunciada hace un par de días fue reemplazada con nota por Paranoid 1966. Detrás de ese nombre se encuentra la cantante alicantina de origen guineano Victoria Weka, cuya combinación de sonidos urbanos y africanos explica su espectacular repercusión en forma de millones de streams.c