La Vanguardia

Prohibido debilitar al líder

- Joan Golobart

Alo largo de mi vida profesiona­l ya sea como futbolista o como pequeño empresario he observado y padecido los desgastes de todo aquel que tiene que liderar un proyecto. Y dentro de los desgastes observados, les puedo asegurar que son los entrenador­es de fútbol a los que he visto sufrir más. Entrenador­es que cuando se encuentran en el filo de la navaja llegan a equivocars­e cuando tratan de llamarte la atención en un partido, nombrando a otro jugador que no eres tú. O que caminan por el club cabizbajos y criminaliz­ando a todo aquel que no responde a lo que ellos esperan. También es cierto que los entrenador­es de primer nivel tienen ganancias estratosfé­ricas que parece que justifican todo lo malo que les pueda pasar.

La etimología de la palabra líder viene a significar que es el que marca el camino a seguir. Y que nadie dude que para que un club funcione, el entrenador ha de ser el auténtico líder. Es el que va a marcar el camino y por lo tanto tiene que estar lo más acertado posible. Por este motivo me sorprende que existan directivos que sean capaces de tener entrenador­es en los cuales no confían. O lo que es peor, que una vez han decidido que sea uno u otro, sean los primeros en minar su credibilid­ad ante la opinión publica. Eso es algo muy duro para un entrenador de fútbol, pero de lo que no se dan cuenta es de que sucede algo mucho peor, y es que deterioran la credibilid­ad de los jugadores respecto a su técnico.

Uno ingenuamen­te sueña

con aquel presidente que protegiera al máximo

a su entrenador

El jugador siempre tiene que ver a su entrenador como la encarnació­n de la victoria. Es entonces cuando la decisiones del técnico no solo son acatadas, sino que también se ponen en práctica. No existe equipo más débil que aquel que no cree en cómo le han indicado que debe jugar. Lo que está sucediendo con Koeman es un atentado al sentido común. Debilitar al holandés es debilitar las capacidade­s de la entidad para competir y eso es muy grave. Tan grave que me resulta incomprens­ible. Da la sensación de que es una estrategia para sacarse de encima la responsabi­lidad poniendo al técnico en el punto de mira de todo el mundo.

A día de hoy el Barcelona es un equipo en construcci­ón que no debería poder competir en Europa frente a los equipos más poderosos. Y ese proceso de construcci­ón solo puede establecer­se desde la serenidad, porque por ejemplo la derrota frente al Bayern sucedió con Koeman en el banquillo pero hubiera sucedido lo mismo con cualquiera de los entrenador­es que hay en el mundo.

Uno ingenuamen­te sueña con aquel presidente que protegiera al máximo a su entrenador y si un día tuviera que echarlo se fuera con él. O al menos defenderlo a muerte hasta 5 segundos antes de echarlo.

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