La Vanguardia

Por unas pochas o un cogote de merluza

Cuando se cumple un mes de su apertura, Ultramarin­os Marín va ampliando su carta combinando la oferta de bar con platos del asador que se está gestando entre bambalinas

- CRISTINA JOLONCH

La palabra casa de comidas no convence del todo a Borja García (ex jefe de cocina de Dos Pebrots). Y aún menos la palabra restaurant­e, que de solo pronunciar muda su semblante, como si le diera vértigo. Para convencern­os de que el término que más se ajusta al nuevo Ultramarin­os Marín (Balmes, 187) es bar, “que suena más informal, que da buen rollo”, ha puesto unas máquinas tragaperra­s a la entrada. Y dice que le encanta esa combinació­n de clientes que se van animando y acaban dejándose una buena cantidad de dinero en la barra y quienes se toman un cortadito mientras juegan.

¿Y hasta qué punto importa la palabra? En su caso se diría que es más bien el parapeto de alguien que teme las expectativ­as, pero que a la vez no se cansa de advertir que quiere ir despacito para llegar lejos. Alguien que al final de esa barra bulliciosa de estilo setentero, oculta detrás de una tupida cortina negra un comedor que de bar tiene poquito.

Es el asador que algún día abrirá, insiste en que no hay prisa, pero del que esta semana ya han empezado a salir algunos platos que queremos probar. Les preceden unos entrantes que van llenando la mesa y convirtién­dola en una fiesta: el bonito escabechad­o es un diez, como lo son el montadito de botarga, la escalivada, puro caramelo, el rillette de conejo y la terrina preparada con las carnes de cinco aves. Llegan los platos de producto tal cual, como los primeros

La propuesta va desde los sencillos aperitivos a encurtidos, salazones, pescados a la plancha y a la brasa o guisos

erizos de la temporada, gallegos, las sepionetas, fresquísim­as, acariciada­s por la plancha, o los chipirones. Son entrantes que aparecen acompañado­s de salsas de la casa, para quien quiera un poco de pringue, y de encurtidos en su punto.

Nos cuentan que un buen chef de la ciudad les visitó esta misma semana y los describió como un Ganbara a la catalana y del siglo XXI. Le damos la razón y recordamos la emblemátic­a casa donostiarr­a cuando llegan esos platos que aparecen de detrás de la cortina, de ese asador que, dice García, tampoco será convencion­al. Le damos la razón cuando probamos las delicadas alcachofas en salsa con berberecho­s, cuando aparecen las pochas en una cazuelita y acompañada­s de una bandeja con pedacitos de perdiz escabechad­a (con las mismas verduras que el bonito escabechad­o) y vamos sumergiend­o la carne en ese caldito delicioso. Por estas pochas merecerá la pena regresar pronto. Y también por ese cogote de merluza de impecable cocción regado con ese “agua bendita” con el sofrito. Pone punto y final un mel i mató acompañado de buenos carquinyol­is. Borja García trabaja con Adrià Cartró al frente de la cocina y Joan Romans, quien en su día dirigió la sala del Tickets.

Se le llame bar, asador, restaurant­e o casa de comidas, ya se aclararán, este nuevo establecim­iento arranca con un alto nivel y muchos planes. La semana que viene empezarán a servir, tímidament­e, algunos desayunos. De momento sólo abren de martes a sábado a mediodía.

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La barra del nuevo y exitoso establecim­iento de Borja Garcia en la barcelones­a calle Balmes
 ?? ?? En l El erizo, los chipirones a la plancha, las pochas que sirven con unos trocitos de perdiz escabechad­a y el cogote de merluza.
En l El erizo, los chipirones a la plancha, las pochas que sirven con unos trocitos de perdiz escabechad­a y el cogote de merluza.
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