La Vanguardia

Macron y Johnson se reúnen hoy en Roma para bajar la tensión bilateral

Las disputas por la pesca y los migrantes emponzoñan la relación tras el Brexit

- EUSEBIO VAL

Emmanuel Macron está en Roma no solo para participar en el G-20 sino para otra misión urgente: reparar las dañadas relaciones de Francia con dos de sus principale­s aliados, Estados Unidos y Gran Bretaña. Si el viernes fue la reunión con Joe Biden, quien hizo mea culpa por su “torpe” gestión del caso de los submarinos vendidos a Australia, hoy el presidente francés se verá con el premier británico, Boris Johnson, una cita aún más delicada. Hacía años que las relaciones entre París y Londres no estaban tan deteriorad­as.

El conflicto por las licencias de pesca, uno de los efectos más envenenado­s del Brexit, se ha exacerbado en los últimos días después del anuncio de duras medidas de represalia por parte de Francia a partir del 2 de noviembre. París acusa a Londres de ser demasiado cicatero y puntilloso con los pesqueros franceses, y de incumplir los acuerdos firmados.

Ayer Johnson, en declaracio­nes a la cadena Sky News, amenazó con activar por primera vez el mecanismo de arbitraje de conflictos previsto en el tratado del Brexit e insistió en que defenderá los intereses de su país hasta las últimas consecuenc­ias. El líder británico dijo que, comparado con la crisis climática, que es un desastre para la humanidad, el conflicto pesquero con Francia es “poca cosa”, un problema “trivial”, muy secundario.

Macron se lo toma más en serio. En una entrevista con el Financial Times, el titular del Elíseo apeló a que cada cual “respete la palabra dada” y avisó que la crisis es “un test de credibilid­ad” para Johnson y su Gobierno. En Francia hay mucha irritación porque consideran que los británicos no dicen la verdad sobre el porcentaje de licencias que han concedido respecto a las peticiones recibidas y, en cualquier caso, se quejan de que sean precisamen­te los pescadores franceses quienes acumulen la inmensa mayoría de los rechazos, mientras no ocurre lo mismo con los belgas o de otras nacionalid­ades.

La pasada semana, París multó a un pesquero británico y condujo a otro al puerto de Le Havre por faenar sin licencia. El capitán de este último será convocado a juicio en agosto del 2022. Los franceses amenazan con prohibir la entrada de productos de mar británicos o ser muy exigentes en los controles sanitarios. También esgrimen la posibilida­d de reducir el suministro de electricid­ad a la islas anglonorma­ndas de Jersey y Guernsey, una medida más propia de países en guerra que de aliados en la OTAN.

Los desencuent­ros entre los dos países se extienden al control migratorio en el canal de la Mancha, donde el flujo se ha disparado este año en dirección a las costas británicas. Londres reprocha a París poco celo en la vigilancia. Los franceses dicen que los británicos no aportan la ayuda económica prometida para pagar las operacione­s en las playas.

Por si no fuera ya bastante materia de enfado, la participac­ión de Londres en el reciente acuerdo Aukus (con EE.UU. y Australia) de cooperació­n defensiva en el área indo-pacífica, de espaldas a París, así como el contrato de los submarinos, ha solivianta­do a los franceses, que se preguntan por el futuro de los acuerdos de defensa de Lancaster House (2010) con el Reino Unido. Hay tantas fisuras en la confianza mutua que se teme por los proyectos de cooperació­n en marcha entre las respectiva­s industrias de armamento. ●

El premier británico dice que el conflicto pesquero es “poca cosa” comparado con la crisis climática

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JEFF J MITCHELL / AP Como otros líderes del G-20, el premier Boris Johnson aprovechó el tiempo libre para visitar el Coliseo de Roma

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