Las elecciones en Japón ponen a prueba la fortaleza del primer ministro Kishida
Si el fútbol es un deporte en el que juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania, las elecciones japonesas son citas en las que, se postule quien se postule, sale victorioso el Partido Liberal Democrático (PLD). Desde su fundación en 1955, la formación conservadora ha dominado la política nipona ininterrumpidamente salvo en dos breves lapsos (1993-1994 y 20092012). Hoy también se espera que revaliden su triunfo en las urnas, aunque la previsible pérdida de escaños podría dañar las perspectivas del primer ministro nipón, Fumio Kishida.
El mandatario, líder del PLD el 30 de septiembre y premier cuatro días después, convocó estas elecciones generales con la esperanza de capitalizar la reciente mejora de la situación pandémica en todo el país. Pero las últimas encuestas indican que no tiene por delante un camino de rosas. Sus índices de aprobación apenas superan el 45%, un nivel bajo si se compara con otros primeros ministros cuando empezaron su mandato. Su predecesor, Yoshihide Suga, tuvo un 70% en sus inicios, sin ir más lejos.
Ante esta situación, el mandatario podría contentarse con alcanzar los 233 escaños en la Cámara de Representantes, bastantes menos que los 276 con los que el PLD contaba hasta ahora. De no lograrlo, sería más dependiente de su socio de coalición desde el 2012, el partido budista Komeito, que tiene 29 asientos.
Un resultado negativo del PLD dañaría la autoridad de Kishida y podría abrir una nueva era de inestabilidad a los mandos de la nación. “Existen serias posibilidades de que su administración tenga una vida corta aunque gane el domingo”, dice Naoya Oshikubo, de la gestora Sumitomo Mitsui.
La fuerza perdida del PLD podría ir a parar al bloque progresista de cuatro partidos que encabeza Yukio Edano. Sin embargo, la coalición no es capaz de suscitar la ilusión suficiente como para disputarle la hegemonía a los conservadores. “Hay poco entusiasmo entre los votantes hacia un cambio de liderazgo; la oposición es incapaz de presentar una visión atractiva para la sociedad futura”, analiza Yu Uchiyama, de la Universidad de Tokio. Tampoco ayuda la escasa participación, sobre todo entre los jóvenes, o el mayor valor de los votos en las zonas rurales, bastiones tradicionales de la facción conservadora.c