La Vanguardia

‘Non solum’

- Daniel Fernández

Formo parte, circunstan­cias de la peripecia vital y de mi propia cronología, de los afortunado­s que aún llegamos a tiempo al estudio del latín. Y nunca lamentaré lo suficiente que las lenguas clásicas hayan prácticame­nte desapareci­do de los planes de estudio de hoy en día. El latín, nuestra lengua madre, desarrolla una comprensió­n del mundo que nos entronca con aquella Roma que sigue siendo, pese a todo, quien engendró, tras la luz griega, nuestra civilizaci­ón…

Conservo todavía muchos lugares comunes latinos de los años escolares, incluidos sus héroes legendario­s, de Horacio Cocles a Lucio Sicio, Régulo o Cincinato. Y también, cómo no, algunas locuciones y frases hechas. Entre ellas, non solum, sed etiam. Es decir, no solo, sino también, que hace tiempo creo que es un magnífico aunque alambicado resumen de la política de estos tiempos. Donde, como la mujer del César, no solo hay que ser, sino también parecerlo.

Así, la reforma laboral o la de las pensiones no solo deberá ser progresist­a, sino también lo suficiente­mente liberal –ya nos entendemos– como para no alarmar ni a los mercados ni a los socios comunitari­os. Non solum, sed etiam.

A veces parece que el lema vital de Pedro Sánchez es el mismo que el del reino de España: Plus Ultra, más allá. Pero para llegar más allá necesita de unos socios y un relato, que quiere decir reformas y presupuest­os y tener que bregar con gentes que se le pueden aparecer esta noche como máscaras de la víspera del día de Difuntos. Yolanda Díaz, que forma parte de su Gobierno, envuelta en un sudario o Gabriel Rufián a lomos de una escoba voladora o el coro del PNV trasmutado en una Santa Compaña vasca.

Non solum, valga la versión macarrónic­a, también sería un lema adecuado para un presidente que se crece en las dificultad­es y que ha exhibido resistenci­a y resilienci­a sobrada, pero que no puede ir más allá solo. Incluso ni siquiera puede él solo mantener su silla y su poder. Ahí le recordaría al presidente un verso de Virgilio en la Eneida que el poeta pone en boca de Laocoonte, el sacerdote que avisa a los troyanos sobre el regalo envenenado del caballo de madera: Timeo danaos et dona ferentes, que viene a ser que temo a los griegos si ofrecen regalos. Atenea envía unas serpientes que acaban con Laocoonte y sus hijos. Y los troyanos, que creen que la guerra ha terminado y que el inmenso caballo de madera es una ofrenda, lo introducen tras las murallas y causan su propia perdición.

Et es siempre una conjunción copulativa, me enseñaron en la escuela, pero no en esta frase, donde actúa como un condiciona­l, casi como una adversativ­a. La explicació­n gramatical suele ser que ese et es una apócope de etiam, incluso. Así que hay que temer a los dánaos, a los griegos, incluso si traen regalos. Y no solo por ser griegos.

El juego de que una coalición –que no deja de ser copulativa– pueda volverse adversativ­a cuando se aceptan los supuestos regalos da para más de un artículo y para elaborar una larga lista de peligros que acechan al gobernante que busca y logra pactos. En un juego de espejos perverso, la advertenci­a sirve también para los que se aprovechan de los pactos y sacan ventajas del presidente que no puede solo. Porque los regalos de Sánchez también deberían ser temidos por sus sitiados sitiadores. El miedo guarda la viña y la fortuna ayuda a los audaces, pero estamos en un juego en que cualquier regalo puede ser un caballo de Troya, sobre todo si viene con ruedas.c

Los regalos de Sánchez también deberían ser temidos por sus sitiados sitiadores

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