La Vanguardia

Paradoja de Todos los Santos

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Con la celebració­n del día de Todos los Santos, los cementerio­s se llenan de gente que va a recordar a sus difuntos. Las tumbas se adornan con flores y emotivos recuerdos que nos permiten revivir por momentos en nuestras mentes a esos seres queridos que ya nos han dejado. El resto del año, las flores de las tumbas se secan, los nichos se ensucian y los cementerio­s se convierten en lugares lúgubres que nadie visita, lugares sin vida. Parece que el resto del año nos olvidamos de la muerte, pero ella siempre está presente. Vivimos esquivándo­la, huyendo de ella día a día. Vivimos temiendo lo desconocid­o, temiendo el final de los finales, la conclusión de nuestra historia. ¿Cómo podemos temer tanto a algo y aun así dedicarle un día completo?

Lidia Alba Lozano

Castelldef­els

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